En una sorprendente victoria, el candidato de ultraderecha José Antonio Kast se impuso en las elecciones presidenciales de Chile, obteniendo el 58,16% de los votos, frente al 41,84% de su rival, la progresista Gabriel Jara. Este resultado refleja el ascenso de la extrema derecha en el país sudamericano y plantea importantes desafíos para el futuro.
La campaña de Kast estuvo centrada en temas de seguridad y migración, logrando capitalizar el malestar de una parte de la población. Su discurso duro contra los inmigrantes indocumentados y su promesa de "recuperar la tranquilidad y el orden" resonaron entre los electores.
Por su parte, la candidata de izquierda y centro-izquierda, Gabriel Jara, no logró desvincularse de los errores y derrotas políticas del actual gobierno, lo que le restó apoyo. Además, su campaña no logró posicionar con fuerza temas clave como la justicia social, la educación y la vivienda.
Expertos señalan que el triunfo de Kast se enmarca en un contexto regional y global de auge de la ultraderecha. Figuras como Javier Milei en Argentina, Santiago Peña en Paraguay y Santiago Abascal en España han felicitado al presidente electo, viendo en él a un aliado en la defensa de la "vida, la libertad y la propiedad privada".
El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, también se congratuló por el resultado, expresando su confianza en que Kast fortalecerá la seguridad pública, frenará la inmigración ilegal y revitalizará los lazos comerciales.
Sin embargo, el ascenso de Kast también ha generado preocupación entre los sectores progresistas y defensores de los derechos humanos, quienes temen por el futuro de la democracia y las conquistas sociales en Chile.
El próximo 11 de marzo, José Antonio Kast asumirá la presidencia de Chile, enfrentando el desafío de gobernar un país profundamente dividido y de atender las demandas de una población que, en palabras de un experto, "optó por creer en quienes están en contra de sus intereses".











