Javier Milei, el líder libertario que asumió la presidencia de Argentina en 2023, se encuentra a las puertas de su tercer año de gobierno, un período históricamente complejo para los mandatarios nacionales. El denominado "síndrome del tercer año" ha afectado a los últimos tres gobiernos, quienes en la mitad de su mandato han enfrentado crisis económicas y políticas que terminaron por desestabilizar sus administraciones.
Ahora, Milei enfrenta el desafío de romper con este patrón recurrente y demostrar la sustentabilidad de su programa económico y político. A diferencia de sus predecesores, el presidente cuenta con algunas ventajas, como haber sido revalidado en las urnas, tener un bloque legislativo fortalecido y contar con el apoyo de Estados Unidos. Sin embargo, los riesgos persisten, especialmente en el plano económico y social.
Uno de los principales escollos que deberá sortear Milei es lograr un equilibrio entre la reducción de la inflación, el sostenimiento del equilibrio fiscal y la generación de empleo, un "trilema" que según los economistas Martín Rapetti y Pablo Gerchunoff, atraviesa su gestión. La apuesta del gobierno es avanzar con reformas estructurales, como la flexibilización laboral y la modificación del sistema impositivo, en lugar de aplicar ajustes coyunturales.
Sin embargo, esta estrategia enfrenta desafíos en el Congreso, donde la negociación con los gobernadores y la discusión de la reforma laboral prometen ser escenarios de tensión. Además, la heterogeneidad en la recuperación económica, con sectores dinámicos y otros en retracción, y la creciente estratificación social, plantean interrogantes sobre el rumbo que tomará el país bajo el liderazgo de Milei.
El tercer año de gestión será, sin duda, un punto de inflexión para el presidente. Deberá demostrar que su plan económico y político es sostenible en el tiempo y que puede evitar el "síndrome" que afectó a sus antecesores. De lo contrario, el declive de su gobierno podría ser irreversible, al igual que lo fue para Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández.









