El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha presentado su nueva Estrategia de Seguridad Nacional (ESN), un documento de 29 páginas que establece las prioridades y lineamientos de la política exterior estadounidense durante su mandato. Lejos de promover el multilateralismo y el liderazgo global, la ESN se centra en una visión nacionalista y unilateralista, donde los intereses de Estados Unidos se anteponen a cualquier otra consideración.
La ESN se divide en cinco capítulos dedicados a las diferentes regiones del mundo: las Américas, Asia, Europa, Oriente Medio y África. En cada una de ellas, Trump plasma su filosofía de "América Primero", buscando asegurar la primacía de los intereses comerciales y de seguridad de Estados Unidos, sin importar las consecuencias para sus aliados o el orden internacional.
En el capítulo sobre las Américas, la ESN reivindica la Doctrina Monroe para limitar la influencia de otros países en la región y enfrentar los problemas migratorios y de narcotráfico. Para ello, Washington favorecerá la llegada al poder de gobiernos afines y hostigará a los que considere hostiles a sus intereses.
En Asia, el objetivo central es contener el ascenso de China, obligándola a un mayor consumo interno y frenando su expansionismo militar, incluyendo la cuestión de Taiwán, donde Estados Unidos advierte que no apoyará "ningún cambio unilateral del status quo".
Respecto a Europa, la ESN adopta un tono despreciativo y paternalista. Acusa al viejo continente de "perder su identidad occidental" debido a la inmigración y a políticas que limitan la libertad de expresión. Washington se declara dispuesto a "cultivar la resistencia" de partidos políticos "patrióticos", una inaceptable injerencia en los asuntos internos europeos.
En Oriente Medio, la ESN abandona el objetivo de promover la democratización, priorizando en su lugar las relaciones comerciales y de inversión, especialmente con las petromonarquías del Golfo. Los derechos humanos quedan relegados a un segundo plano.
Finalmente, en el caso de África, la ESN cambia el enfoque de la ayuda por uno centrado en el comercio y las inversiones, con el objetivo de asegurar el acceso a recursos energéticos y minerales estratégicos. La expansión del islamismo radical en el continente también es motivo de preocupación para Washington.
En resumen, la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Trump representa un giro radical en la política exterior estadounidense, alejándose del multilateralismo y el liderazgo global para abrazar un nacionalismo agresivo y unilateralista, donde los intereses de Estados Unidos se imponen por encima de cualquier otra consideración. Un enfoque que sin duda generará tensiones y conflictos con aliados tradicionales y el orden internacional.











