La creciente influencia de las redes sociales en los procesos electorales es hoy un fenómeno ineludible y, quizá, el más visible de la transformación comunicativa contemporánea. Desde una mirada inspirada en el politólogo italiano Giovanni Sartori y su obra "Homo videns. La sociedad teledirigida", resulta pertinente examinar hasta qué punto estas plataformas digitales no solo amplifican la lógica que él atribuía a la televisión, sino que la profundizan hasta límites que el propio autor difícilmente habría imaginado.
Sartori advertía que la primacía de la imagen en la televisión degradaba la capacidad de abstracción, empujando al ciudadano hacia una forma de conocimiento superficial y emotiva. En el universo de las redes sociales, este proceso se acelera, se multiplica y adquiere una dimensión interactiva que altera la naturaleza misma del espacio público.
Si la televisión, conforme a Sartori, convertía al espectador en un sujeto pasivo moldeado por el flujo constante de imágenes, las redes sociales producen un "Homo videns" simultáneamente consumidor y productor de contenidos, pero igualmente atrapado en la lógica de la inmediatez y la simplificación.
De este modo, la influencia en las elecciones se vuelve indirecta pero penetrante, dirigiendo no solo la información, sino la atención y, con ella, la capacidad de juicio. Sartori sostenía que la televisión "empobrecía el saber"; hoy, las redes sociales lo atomizan, lo relativizan y lo subordinan a impulsos instantáneos. La democracia, que requiere deliberación y distancia crítica, queda así debilitada por un entorno que premia la reactividad y castiga la complejidad.
En conclusión, desde un enfoque comparativo sartoriano, las redes sociales representan la culminación de la deriva iniciada por la televisión: un modelo de comunicación que privilegia la imagen, la emoción y la efectividad persuasiva sobre la racionalidad y el argumento. Todo en contra de la integridad de las elecciones, que requiere un ciudadano elector bien informado.










