La salida de María Corina Machado de Venezuela para recibir el Premio Nobel de la Paz en Oslo ha abierto un escenario incierto para la oposición venezolana. Tras la gesta histórica de cruzar la frontera, surge la gran incógnita de si la opositora más legitimada de los últimos años podrá regresar al país o si quedará atrapada en el exilio, lo que podría afectar seriamente a su liderazgo.
Machado ha repetido en varias entrevistas su intención de volver a Venezuela, asegurando que lo hará "cuando se den las medidas de seguridad, siga o no Maduro en el poder". Sin embargo, expertos advierten que su ausencia física del país podría erosionar la conexión emocional que la convirtió en la figura opositora más influyente de los últimos años.
"Los venezolanos quieren alguien que esté con ellos, que sufra lo que sufren ellos. Si está fuera y nada cambia van a acabar buscando otra figura", advierte Christopher Sabatini, de Chatham House. Por su parte, el analista Phil Gunson considera que "la permanencia de Machado dentro del país ha sido parte fundamental de su identidad política".
La apuesta de Machado al salir de Venezuela ha sido calificada como "extraordinariamente arriesgada" por poner en riesgo su activo más valioso: intentar derrocar a Maduro desde dentro. Algunos expertos incluso sospechan que su salida pudo haber sido acordada con el chavismo, ya que le convenía tener fuera a una dirigente a la que llaman "terrorista" pero que no pueden detener sin quedar en evidencia.
En cualquier caso, el regreso de Machado a Venezuela o la imposibilidad de hacerlo definirá no solo su propio destino político, sino también la esperanza que cientos de miles de venezolanos han depositado en ella como la opositora más legitimada para destronar al chavismo. Su futuro, además, dependerá en gran medida de las decisiones que tome el presidente estadounidense, Donald Trump, que sigue jugando a varios juegos a la vez con respecto a la crisis venezolana.












