Tras años de preparativos, Bulgaria se convertirá en el 21 miembro de la eurozona el 1 de enero de 2026. Sin embargo, la entrada del país a la moneda única europea se da en medio de un clima político y social tenso, con dudas y preocupaciones sobre los posibles impactos de esta transición.
El anuncio de la adopción del euro fue realizado en un momento de división política y social en Bulgaria. A pesar de que las autoridades europeas han dado luz verde a la incorporación del país a la zona euro, cumpliendo con los requisitos establecidos, la población búlgara no parece estar del todo convencida de los beneficios de este cambio.
Según una encuesta de Alpha Research de julio de este año, el 49,2% de los búlgaros están a favor de la adopción del euro, mientras que el 45,8% se opone a esta medida. Además, el tema ha generado fuertes debates y protestas, con manifestaciones en la capital Sofia lideradas por el partido político Vazrazhdane, conocido por su orientación prorrusa.
Los manifestantes han exigido la dimisión del gobierno y han ondeado banderas nacionales, coreando consignas como "No al euro" y "Sí al lev búlgaro". Incluso el presidente de Bulgaria, Rumen Radev, había propuesto celebrar un referéndum sobre la adopción del euro, aunque el Tribunal Constitucional ya se pronunció en contra de esta iniciativa.
"Unirse a la eurozona es mucho más que reemplazar el lev (actual divisa búlgara) por el euro", ha destacado el comisario europeo de Economía, Valdis Dombrovskis. Según él, "se trata de construir un futuro más brillante y próspero para Bulgaria y sus ciudadanos en el corazón de Europa".
Sin embargo, la transición no está exenta de desafíos. Muchos búlgaros temen que la inflación aumente, sobre todo si el gobierno no gestiona bien el presupuesto. Otros ven la adopción del euro como una pérdida de independencia.
Además, el país ha enfrentado problemas de corrupción y gobernanza, lo que ha llevado a la caída del gobierno actual a pocas semanas de la entrada al euro. Esto ha generado incertidumbre sobre quién será el responsable de liderar este proceso de transición.
Según el economista y exviceprimer ministro búlgaro Nikolay Vasilev, el papel del gobierno será fundamental en este proceso, ya que deberá presentar un presupuesto responsable y bien distribuido, sin llegar a déficits presupuestarios.
A pesar de las dudas y los desafíos, Vasilev cree que los beneficios del euro prevalecerán sobre las desventajas. "El euro no puede resolver todos nuestros problemas solo, pero nos ofrecerá un camino para hacerlo, a través del turismo, las inversiones, el comercio, o tener una calificación crediticia más alta y prestigio internacional", afirma.
Mientras tanto, Bulgaria se adentra en un nuevo capítulo dentro de la eurozona, donde el desafío no solo será económico, sino también de comunicación y gestión por parte del gobierno para lograr que la población acepte y se adapte a este cambio. El futuro del país podría cambiar para siempre en los próximos días.











