Vicente Paredes, un peluquero de Quito, Ecuador, se ha convertido en el protagonista de una tradición navideña en su país: la quema de monigotes o "Año Viejo" en Nochevieja. Desde hace décadas, Paredes se ha especializado en la creación de caretas de cartón y, más recientemente, de caucho, que dan vida a estos muñecos que arden en las calles de Ecuador para despedir el año.
La tradición de quemar monigotes en Ecuador es una costumbre arraigada que tiene sus orígenes en la época colonial. Cada 31 de diciembre, las familias y comunidades queman estos muñecos rellenos de aserrín, a los que se les coloca una careta que representa a personajes políticos, de la farándula o de ficción. Se cree que esta práctica ayuda a purificar el camino hacia el nuevo año, quemando lo malo del año que termina.
Vicente Paredes, un peluquero de Quito, se ha convertido en el artesano más reconocido de esta tradición. Hace más de 50 años, Paredes decidió crear su propio taller, el "Palacio de la Careta", donde comenzó a fabricar caretas de cartón para los monigotes. Años después, cuando descubrió las caretas de caucho, decidió especializarse en este material, marcando la diferencia con otros artesanos.
"Así mismo, (empecé) sin conocer qué era caucho, qué era látex, qué era nada. Yo no soy escultor, no soy artista plástico, soy peluquero. Preguntando, preguntando a unos y otros, llegué a hacer las máscaras de caucho", cuenta Paredes, quien reconoce que las primeras caretas de caucho que fabricó no estaban bien pintadas, pero aun así se vendían.
Fue gracias a la ayuda de un ingeniero ecuatoriano especializado en látex que Paredes logró perfeccionar la técnica de creación de estas caretas de caucho. Desde entonces, su taller se ha convertido en un referente de la tradición del "Año Viejo" en Ecuador, ofreciendo cientos de modelos de caretas y otros accesorios para disfraces.
Paredes vaticina que las caretas de cartón, que durante décadas han sido el elemento principal de los monigotes, serán reemplazadas por las de caucho y por nuevas formas de hacer los muñecos, completamente de cartón. Sin embargo, él seguirá elaborando caretas de caucho, ya que son las más buscadas por los clientes, especialmente las que representan a políticos.
Durante el 31 de diciembre, la tradición manda tener un monigote, conocido como "Año Viejo", alrededor del cual se llora y se pide colaboración económica a los transeúntes. Poco antes de la medianoche, algunas personas ponen al "Viejo" en el piso, lo patean e insultan si el año ha sido malo, o le agradecen si fue lo contrario. Finalmente, el muñeco termina en la hoguera, muchas veces con su careta de cartón o caucho.
Paredes, quien ha moldeado esta tradición con sus manos durante décadas, agradece constantemente a sus clientes, ya que "esta es mi vida". Sus caretas artesanales han llegado a manos de ecuatorianos en Europa y Estados Unidos, quienes las utilizan para "divertirse, gozar, quemar al Año Viejo y ahí poner todo lo malo que han pasado y recibir al año nuevo con buena energía".
