La tragedia de Cromañón, ocurrida el 30 de diciembre de 2004, dejó una huella indeleble en la sociedad argentina. Entre las víctimas se encontraba la familia Cwierz: Sebastián, de 32 años, y su hija Macarena, de apenas 4 años. Su historia es un reflejo del dolor y la devastación que sufrieron cientos de familias.
Sebastián y Macarena asistieron al recital de Callejeros esa fatídica noche, acompañados por su amiga Sonia. Gabriela, hermana de Sebastián y tía de Macarena, tenía planes de ir al boliche, pero decidió no hacerlo un día antes. Nunca imaginó que esa decisión cambiaría su vida para siempre.
Cuando Gabriela se enteró de lo sucedido, su mundo se derrumbó. "Llamo a mi papá, lo escucho como llorando y se corta la comunicación. No supimos nada como hasta las tres de la mañana o cuatro que llama mi tía y le dice a Nico que Sebastián había fallecido. Y ahí fue todo un caos", recuerda Gabriela.
La búsqueda desesperada de Macarena fue aún más desgarradora. "Maqui tenía un vestido blanco. Ella se había quedado dormida a upa de mi hermano, se ve que cuando él se desmaya, se cae. Nadie la podía encontrar", cuenta Gabriela.
La familia Cwierz, al igual que tantas otras, se vio sumida en un profundo dolor y una lucha constante por sobrellevar la pérdida. "Hay un antes y post Cromañón, tanto social como personal. A mí, a mi familia, nos marcó. No sé si me cambió, creo que estoy como marcada de por vida, es algo que te vas a llevar", expresa Gabriela.
A 21 años de la tragedia, Gabriela reflexiona sobre la responsabilidad de lo ocurrido. "Para mí fue el Estado, la política, la corrupción, no una banda de rock. En mi familia todos tenemos miradas diferentes, hemos discutido con mi mamá, ella responsabiliza a la banda. A mí me hubiese gustado que hubieran ido todos presos en ese momento. Le terminaron tirando toda la culpa a Callejeros, pero este país funciona así. Es lamentable".
La familia Cwierz, como tantas otras, tuvo que aprender a sobrellevar el dolor y a encontrar fortaleza en los recuerdos de sus seres queridos. "A disfrutar mis hijos, mi marido, mis padres, mis amigos. No es que antes uno no disfrutaba, pero de repente te das cuenta de que la vida te da un cachetazo", concluye Gabriela.
La tragedia de Cromañón sigue siendo una herida abierta en la sociedad argentina, y las historias de las familias afectadas son un recordatorio constante de la importancia de la seguridad y la responsabilidad en eventos masivos. La familia Cwierz, con su fortaleza y resiliencia, es un ejemplo de cómo enfrentar el dolor y honrar la memoria de los seres queridos.












