Estados Unidos, históricamente el mayor donante de ayuda humanitaria de la ONU, ha anunciado que reducirá drásticamente su contribución para 2026, prometiendo solo $2.000 millones, una cifra muy inferior a los $11.000 millones aportados en 2024.
Esta decisión se enmarca en los recortes generalizados a la ayuda externa impulsados por el presidente Donald Trump, y llega en un momento en que las necesidades humanitarias globales se encuentran en niveles récord. Según la ONU, unos 240 millones de personas en todo el mundo requieren asistencia urgente debido a guerras, epidemias, desastres naturales y el impacto del cambio climático.
La ONU había solicitado $33.000 millones para atender a 135 millones de las personas más vulnerables en 2026. Sin embargo, ante la falta de fondos, el jefe de operaciones humanitarias, Tom Fletcher, presentó un plan "hiperpriorizado" que pide $23.000 millones para asistir a al menos 87 millones de personas. Aun así, Fletcher advirtió que se trata de "decisiones insostenibles de vida o muerte".
En 2025, la ONU solo logró recaudar $12.000 millones, el nivel más bajo en una década, lo que le permitió ayudar a 98 millones de personas, 25 millones menos que el año anterior. Esto refleja la "apatía" del mundo ante el sufrimiento de millones, según la organización.
Entre las crisis humanitarias que la ONU quiere priorizar en 2026 se encuentran Gaza y Cisjordania, que requieren $4.100 millones, y Sudán, que necesita $2.900 millones. Sin embargo, el recorte de la ayuda estadounidense pone en riesgo la capacidad de la ONU para responder a estas emergencias.
Analistas advierten que la drástica reducción de la ayuda humanitaria de Estados Unidos, históricamente el mayor donante, podría tener un impacto devastador en las operaciones de socorro de la ONU y dejar a millones de personas sin acceso a asistencia vital.












