Birmania, un país sumido en la guerra civil desde el golpe de Estado de 2021, celebró el domingo 28 de diciembre la primera fase de unas elecciones que se prolongarán hasta finales de enero. Sin embargo, estos comicios han sido fuertemente criticados por la ausencia de una oposición en gran parte encarcelada o silenciada.
Según nuestro enviado especial a Rangún, Nicolas Rocca, la participación en una de las 102 circunscripciones que votaron el domingo fue de apenas alrededor del 30%. Esta baja afluencia a las urnas parece ser representativa de la escasa participación observada en general durante esta primera jornada electoral.
El ambiente en Rangún, la capital del país, contrasta con el día de las elecciones y los días previos. No hay presencia militar visible ni puestos de control en las carreteras, y la vida parece volver poco a poco a la normalidad. Sin embargo, algunos habitantes se muestran escépticos y dudan de la capacidad de la junta militar para organizar el resto de las elecciones, que se celebrarán en dos fases más el 11 y el 25 de enero.
Estas elecciones se desarrollan en un contexto de guerra civil, donde millones de votantes en las zonas controladas por los rebeldes no podrán acudir a las urnas. La junta militar, por su parte, parece tener el objetivo de darse una apariencia de legitimidad democrática e intentar afirmar su regreso a la escena internacional, aprovechando la influencia de China sobre los grupos rebeldes y los ejércitos étnicos que se le oponen.
A pesar de los esfuerzos de la junta por asegurar la celebración de estos comicios, la realidad en el terreno parece ser bastante opaca y llena de incertidumbres. Con la oposición mayoritariamente silenciada o encarcelada, y millones de ciudadanos privados de su derecho al voto, estas elecciones en Birmania difícilmente podrán considerarse libres y democráticas.
