Las inyecciones para bajar de peso, como el GLP-1, han ayudado a muchas personas a perder kilos de forma efectiva. Sin embargo, dejar de usarlas puede traer problemas. Dos mujeres cuentan sus experiencias al intentar abandonar este tratamiento.
Tanya Hall y Ellen Ogley recurrieron a las inyecciones de GLP-1 para lograr una pérdida de peso que las dietas no lograban. Ambas tuvieron buenos resultados, llegando a perder 38 y 51 kilos respectivamente.
Pero el momento de dejar de tomar estos medicamentos no ha sido sencillo. Tanya cuenta que cada vez que lo intentó, "el ruido de la comida regresaba con fuerza" y terminaba comiendo compulsivamente. Ellen también notó un aumento de peso al abandonar Mounjaro.
Según el médico Hussain Al-Zubaidi, entre el 60% y 80% del peso perdido con estos fármacos se recupera en el plazo de 1 a 3 años después de dejarlos. Esto se debe a que el organismo vuelve a activar el apetito descontrolado que las inyecciones habían logrado controlar.
El apoyo y el seguimiento adecuado son cruciales para evitar esta recuperación de peso. Pero para quienes pagan estos tratamientos de forma privada, como Tanya y Ellen, este acompañamiento no siempre está garantizado.
Algunas personas sienten que se han vuelto "adictas" a estas inyecciones, pues les permiten sentir que tienen control sobre su alimentación. Pero Al-Zubaidi advierte que "la obesidad no es una deficiencia de GLP-1", y que el entorno y los hábitos de vida deben cambiar para mantener los resultados a largo plazo.
Tanto Tanya como Ellen reconocen los retos de dejar estos medicamentos. Mientras Tanya sigue usándolos, Ellen siente que ese capítulo ya está cerrado y quiere demostrar que "la vida después de Mounjaro también puede ser sostenible".
