El rally de los metales preciosos y estratégicos se ha convertido en uno de los fenómenos más destacados de los mercados globales en los últimos meses. El oro, la plata y el cobre han registrado alzas vertiginosas, superando incluso máximos históricos, en medio de una confluencia de factores monetarios, geopolíticos, financieros y estructurales.
La suba de estos commodities responde a una serie de elementos que se retroalimentan entre sí. En primer lugar, el contexto monetario juega un papel clave, con la expectativa de recortes de tasas de interés en Estados Unidos, lo que reduce el atractivo de activos como los bonos del Tesoro y mejora la posición relativa de los metales preciosos como refugio de valor.
Paralelamente, el debilitamiento del dólar y la pérdida de atractivo de la deuda estadounidense han impulsado la demanda por oro y plata, que se vuelven más baratos para los inversores internacionales. La incertidumbre geopolítica, con tensiones como las entre Estados Unidos y Venezuela, también ha reactivado el rol histórico de estos metales como activos defensivos.
Otro factor clave ha sido la creciente compra institucional por parte de los bancos centrales, que vienen acumulando oro como parte de una estrategia de diversificación y desdolarización, especialmente en economías emergentes. Esto aporta una base de demanda estable y de largo plazo.
En el caso de la plata, su rally se explica por factores más estructurales, como déficits persistentes de oferta, una demanda industrial en expansión -particularmente vinculada a energía solar, electrónica y electrificación- y su reciente inclusión en la lista de minerales críticos de Estados Unidos, lo que elevó su valor estratégico.
Pero el rally no se limita a los metales preciosos. El cobre también ha superado los u$s12.000 la tonelada, impulsado por el temor a aranceles estadounidenses, la transición energética y la falta de nuevas minas de gran escala. Aquí, el rol de China como mayor consumidor y refinador del metal estratégico ha sido determinante.
En resumen, una combinación de factores monetarios, geopolíticos, financieros y estructurales ha confluido para generar uno de los movimientos más contundentes de los mercados de commodities en los últimos años, con el oro, la plata y el cobre marcando nuevos máximos históricos.
