El pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo es conocido por retratar en sus obras lo que normalmente pasa desapercibido. Sus cuadros, llenos de detalles y personajes ocupados en sus quehaceres cotidianos, esconden en un rincón los verdaderos protagonistas de grandes acontecimientos. Esta técnica, según el autor, es un antecedente de la "agenda setting" utilizada por los poderosos para distraer la atención del público de lo realmente importante.
Brueghel es el "pintor de lo inadvertido". Sus escenas están pobladas por campesinos, soldados y mujeres atareadas en sus labores diarias, mientras que en un rincón asoman los protagonistas de un gran suceso que pasa desapercibido. En "El censo en Belén", por ejemplo, la sagrada familia camina casi invisible entre el bullicio de los aldeanos.
Del mismo modo, en "Paisaje con la caída de Ícaro", solo vemos unos pies a punto de ser engullidos por las olas, mientras los demás personajes siguen con sus quehaceres, indiferentes a la tragedia. Como señaló el poeta W.H. Auden, "el fracaso no los conmovió".
Esta técnica de Brueghel, según el autor, es un antecedente de lo que hoy se conoce como "establecimiento de la agenda" (agenda setting). Los poderosos utilizan distracciones y debates triviales para desviar la atención de lo realmente importante. Un ejemplo clásico es el de Alcibíades, quien cortó la cola de su perro para que los atenienses se preocuparan por eso y no por su mal gobierno.
Hoy vivimos inmersos en una sucesión de polémicas efímeras que ocultan los verdaderos problemas. Los medios y la publicidad definen los temas de conversación, mientras que los líderes de opinión no determinan qué pensamos, sino sobre qué temas pensamos.
Como advirtió Brueghel, lo más difícil de ver es aquello que tenemos justo delante de nuestras narices. Su arte nos recuerda que debemos estar atentos a lo que se esconde detrás de los espectáculos y las distracciones del poder.











