La guerra en Ucrania ha marcado profundamente a la juventud del país, que ha crecido en medio del conflicto y se ha visto obligada a madurar antes de tiempo. Sin embargo, lejos de la resignación, estos jóvenes muestran una sorprendente mezcla de lucidez, resiliencia y un fuerte sentido del deber.
En un búnker antibombas de la ciudad de Lviv, un grupo de más de 30 estudiantes de diferentes carreras comparte sus vivencias y perspectivas sobre la guerra. Muchos cargan con una culpa silenciosa por seguir estudiando mientras otros de su edad combaten en el frente. "Si los soldados soportan eso, nosotros tenemos que hacer nuestra parte", dice una estudiante de Relaciones Internacionales.
La guerra ha redefinido las carreras y prioridades de estos jóvenes, que ven su futuro profesional como un servicio a la reconstrucción y defensa de la democracia en Ucrania. "¿Qué podemos hacer para ayudar? Esa es la pregunta para todos", señala uno de ellos.
Estos estudiantes, provenientes de diferentes regiones del país, incluyendo las zonas ocupadas por Rusia, se sienten más ucranianos que nunca. "La guerra nos hizo más ucranianos", afirma uno de los jóvenes. Rechazan la opresión y rusificación impuesta en los territorios ocupados, y tienen claro que rendirse no es una opción.
"Estamos cansados, pero no podemos detenernos. La esperanza es parte de nuestra resistencia", dice una estudiante. Aunque agradecen la ayuda internacional, sienten que a veces Occidente los mira con condescendencia. "Queremos mostrarle al mundo lo que podemos hacer, no solo pedir ayuda", resume otra joven.
La guerra también ha reconfigurado las relaciones entre generaciones. Muchos jóvenes sienten que su mirada sobre el conflicto contrasta con la de sus padres y abuelos, marcados por la experiencia soviética. "Nuestros padres crecieron en un mundo donde era peligroso hablar. Nosotros crecimos hablando de todo", comenta una estudiante.
A pesar de la incertidumbre, estos jóvenes ucranianos imaginan un futuro europeo y democrático. "Quiero que mis hijos vivan sin guerra. Nada más", dice una chica de 19 años, expresando el deseo generacional. "No elegimos esta guerra, pero elegimos quiénes queremos ser dentro de ella", afirma un estudiante.
La determinación de estos jóvenes es un reflejo de la voluntad de todo un país que, a pesar de los enormes sacrificios, está decidido a seguir dando pelea por su libertad y soberanía.
