China ha dado un paso decisivo hacia la descarbonización de su industria siderúrgica con la puesta en marcha de una planta de producción de acero de bajas emisiones en la ciudad de Zhanjiang. Esta instalación, que entró en funcionamiento a principios de 2024, representa un importante hito en la transición energética del sector.
La nueva línea de producción se basa en el proceso de reducción directa del hierro (DRI), que evita el uso de coque y permite reducir el mineral de hierro mediante gases, lo que se traduce en una reducción de entre el 50% y el 80% de las emisiones de CO2 en comparación con los altos hornos convencionales. Además, la planta está diseñada para ser "hydrogen-ready", es decir, puede operar tanto con mezclas de metano e hidrógeno como con hidrógeno puro en el futuro, cuando esté disponible a costes razonables.
Este proyecto se enmarca dentro de los esfuerzos de China por modernizar y descarbonizar su industria siderúrgica durante el 14 Plan Quinquenal (2021-2025). En ese período, el país ha priorizado la eficiencia energética y la electrificación del sector, logrando ahorros equivalentes a 10,5 millones de toneladas de carbón estándar y evitando alrededor de 27,5 millones de toneladas de CO2.
Más allá del impacto climático, la implementación de esta tecnología también ha contribuido a una reducción significativa de otros contaminantes atmosféricos, como el dióxido de azufre, las partículas y los óxidos de nitrógeno, lo que tiene importantes beneficios para la salud pública y el medio ambiente en las zonas industriales.
Si bien esta planta no elimina por completo el problema de las emisiones de carbono, representa un paso importante en la transición hacia un acero más sostenible. La clave está en que esta infraestructura ya está en funcionamiento y puede ser escalada y replicada a medida que se desarrollen fuentes de hidrógeno renovable y se limpien las redes eléctricas. La transición industrial no avanza con saltos épicos, sino con decisiones técnicas acertadas, una detrás de otra.
