Tras la declaratoria presidencial emitida el 24 de diciembre, Honduras enfrenta una fase de espera incómoda: las alcaldías y diputaciones siguen sin proclamación oficial. A pesar de que ya se conocen los virtuales ganadores, el proceso no ha cruzado la meta formal.
La ley establece que esta semana debe concluir el procesamiento de actas especiales para emitir la declaratoria a más tardar el 30 de diciembre, bajo la responsabilidad del Consejo Nacional Electoral (CNE). Sin embargo, hasta ahora el tablero no se mueve y los datos preliminares permanecen intactos.
Los números son contundentes: el Partido Nacional lidera con 173 alcaldías y 49 diputaciones, seguido por el Partido Liberal con 73 municipios y 41 curules, mientras que el oficialista Libre suma 69 alcaldías y 35 escaños. En la práctica, el país ya conoce a sus autoridades locales y legislativas; en el papel, la declaratoria aún no las reconoce.
La excepción que concentra las miradas es la capital, Tegucigalpa, donde la ventaja preliminar favorece al nacionalista Juan Diego Zelaya por poco más de 600 votos sobre el alcalde oficialista Jorge Aldana, quien busca la reelección. Aldana mantiene una vigilia de 20 días frente a la sede de los escrutinios especiales, exigiendo al CNE que haga la declaratoria.
Fuera de Tegucigalpa, no hay reclamos de peso en municipios clave, y los virtuales ganadores aguardan la declaratoria para asumir el 25 de enero. En diputaciones, el silencio también domina, aunque los resultados preliminares dejaron sorpresas, como la salida del presidente del Congreso, Luis Redondo, quien buscó una tercera reelección por Libre en Cortés.
Con estos números preliminares, a la espera de la declaratoria, el próximo Congreso perfila un control opositor, con liberales y Libre sumando 76 votos, superando holgadamente los 65 necesarios para presidir la Cámara Legislativa. Este equilibrio de fuerzas redefine la gobernabilidad y anticipa negociaciones intensas desde el primer día.
El país ya leyó el resultado; ahora exige el acto formal. Sin cambios a la vista, la declaratoria de alcaldías y diputaciones es la frontera final entre el dato y la institucionalidad. Tegucigalpa concentra la tensión, pero el resto del mapa espera lo mismo: una declaratoria que cierre el capítulo electoral y permita iniciar, sin sombras, el próximo ciclo de poder.
