En 1956, en una recepción en la residencia del expresidente mexicano Emilio Portes Gil, dos figuras icónicas de la cultura y la política latinoamericana se encontraron y compartieron un momento inesperado. Por un lado, el cantante chileno Lucho Gatica, conocido como el "Rey del Bolero", y por el otro, el revolucionario Ernesto "Che" Guevara, quien por entonces era un joven médico radicado en México.
Según el relato del periodista e investigador español Lois Pérez Leira, entrevistado para el libro "Lucho Gatica. El Rey del Bolero", ese día en la casa del político mexicano, Guevara, "como buen argentino, fue el encargado de hacer asado a las brasas", y en un momento, "Lucho se acercó a la parrilla para acompañarle, poniéndose ambos a conversar y a cantar tangos juntos".
A pesar de sus trayectorias y visiones del mundo tan distantes, el encuentro entre el cantante melódico y el revolucionario anticapitalista revela algunas sorprendentes coincidencias. Ambos eran jóvenes en pleno proceso de expansión, con 28 años de edad y una formación incubada en la medicina. Además, compartían gustos como el fútbol, el tango y la admiración por el poeta Pablo Neruda.
La escena, descrita como "inverosímil" por el investigador, muestra cómo en un momento de relajación y anonimato, dos figuras tan emblemáticas de la cultura y la política latinoamericana pudieron reconocerse y conectar a través de sus intereses y afinidades personales, más allá de las diferencias que los separarían en el futuro.
Tras ese encuentro fortuito, los caminos de Lucho Gatica y el Che Guevara se distanciarían, cada uno siguiendo su propio destino. Pero el relato de ese asado compartido en 1956 nos recuerda que, incluso entre personajes históricos aparentemente opuestos, pueden existir puntos de encuentro inesperados.
