Dos meses después de que Israel y Hamás acordaran una primera fase de cese el fuego, apoyada por Estados Unidos, la situación en Gaza permanece estancada. Ambas partes enfrentan desafíos clave para avanzar hacia la segunda fase del acuerdo, que implicaría el desarme de Hamás y el retiro de las tropas israelíes.
Uno de los principales obstáculos es el paradero del rehén israelí Ran Gvili, secuestrado por Hamás durante el conflicto. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha insistido en que Hamás debe devolver a todos los rehenes, vivos o muertos, antes de que el acuerdo pueda pasar a la siguiente etapa.
Sin embargo, funcionarios de Hamás han negado estas acusaciones, afirmando que Israel está tratando de evitar implementar el acuerdo. Por su parte, el exnegociador israelí Gershon Baskin señala que el tema del rehén "no es suficiente razón" para demorar el inicio de la segunda fase.
El desarme de Hamás es otra de las principales barreras. Mientras que Hamás podría aceptar "guardar sus armas" y entregarlas a un gobierno palestino o a un tercer actor, se niega a hacerlo ante Israel o Estados Unidos. Esto está vinculado al repliegue total de las fuerzas israelíes de Gaza, algo que se considera difícil de lograr.
Otro desafío es la formación de un gobierno de transición para administrar Gaza, ya que tanto Israel como Hamás desconfían de la participación de la Autoridad Palestina o del propio grupo islamista en estas instituciones.
El presidente estadounidense, Donald Trump, quien negoció el alto el fuego, ha sido "muy claro" en su decisión de avanzar hacia la segunda fase del acuerdo. Sin embargo, tanto Israel como Hamás parecen dudar en acelerar este proceso, lo que podría significar la pérdida de una "oportunidad" para lograr una solución duradera, según el exmilitar israelí Israel Ziv.
La reunión prevista entre Netanyahu y Trump a finales de este mes será clave para definir los próximos pasos y superar los obstáculos que impiden el avance del acuerdo de alto el fuego en Gaza.
