En un escándalo que sacude al sistema penitenciario chileno, se han revelado detalles escalofriantes sobre una red de corrupción que involucra a 47 funcionarios de Gendarmería y 23 civiles. La denominada "Operación Apocalipsis" ha destapado un entramado delictivo donde los guardias carcelarios facilitaban el ingreso ilegal de objetos prohibidos y permitían visitas indebidas a cambio de sumas de dinero.
Según testimonios de reclusos recopilados en un expediente de más de 6.500 páginas, los gendarmes cobraban por todo tipo de beneficios ilegales. Desde la entrega de teléfonos celulares, por los que llegaban a cobrar hasta $300.000, hasta el ingreso de comida a la carta, con precios exorbitantes. Incluso habrían permitido actividades ilegales dentro de los penales, como el ingreso de pelotas para luego vender su interior.
Pero lo más escandaloso es que, según las declaraciones, algunos gendarmes habrían solicitado favores sexuales a las parejas de los internos como forma de pago por estos servicios irregulares. Una mujer reveló que el jefe de los manilleros le insinuó en varias ocasiones que podría ingresar como visita irregular o introducir encomiendas con especies ilícitas a cambio de tener relaciones sexuales con él o con otros funcionarios.
Este entramado de corrupción y abuso de poder pone en evidencia las graves fallas en el sistema carcelario chileno, donde los reclusos se ven sometidos a todo tipo de vejámenes y extorsiones por parte de quienes deberían velar por su seguridad y rehabilitación. Urgen profundas reformas que garanticen la transparencia y el respeto de los derechos humanos en las cárceles del país.












