La soda cáustica, ese compuesto presente en prácticamente todos los hogares, esconde una historia fascinante que va más allá de su uso doméstico para desentupir cañerías. Detrás de este poderoso químico se encuentra todo un proceso industrial, reacciones químicas y aplicaciones que van desde la fabricación de alimentos hasta la producción de medicamentos.
En el uso cotidiano, la soda cáustica reacciona con las grasas y residuos orgánicos atascados en las tuberías, descomponiéndolos en moléculas más pequeñas. Esto se debe a su alto poder saponificador, que transforma la grasa en una especie de jabón improvisado dentro de la cañería, facilitando que el atasco se desplace con el flujo del agua.
Pero la soda cáustica no es solo un desentupidor eficaz. En la planta de la Unipar en Cubat o, este compuesto se produce a gran escala a partir de una salmuera, es decir, agua con sal disuelta. Mediante un proceso de electrólisis, se separan los componentes de la solución, dando lugar a tres productos principales: hidrógeno, cloro y, por supuesto, la soda cáustica.
Esta base extremadamente corrosiva, con un pH cercano a 14, tiene la capacidad de romper enlaces resistentes que otros productos comunes no pueden atacar. Además, la reacción exotérmica que se produce durante su uso genera calor, acelerando aún más la eliminación de los residuos orgánicos.
Más allá de su aplicación doméstica, la soda cáustica participa en la fabricación de una amplia gama de productos, desde alimentos procesados hasta medicamentos y textiles. Su producción a gran escala abastece a diversas industrias en S o Paulo y otras regiones, moviendo cadenas enteras de la economía.
Explorar los bastidores de este compuesto químico tan común nos permite descubrir una historia fascinante de procesos industriales, reacciones químicas y aplicaciones ocultas que van mucho más allá de su uso como simple desentupidor. La soda cáustica es, sin duda, una pieza clave de la industria química moderna.












