El gobierno de Venezuela condenó enérgicamente la captura de un segundo buque petrolero local por parte de Estados Unidos, calificando este acto como "robo", "secuestro" y "piratería" que viola el derecho internacional.
Tras la confirmación de Washington sobre la incautación del nuevo barco que zarpó de las costas venezolanas, el ejecutivo de Nicolás Maduro emitió un comunicado en el que denuncia "la desaparición forzada de su tripulación" y advierte que "ejercerá todas las acciones correspondientes" para que estos hechos "no queden impunes".
La administración venezolana aseguró que interpondrá una denuncia ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y otros organismos internacionales, considerando que las acciones del gobierno de Donald Trump "fracasarán" y serán "derrotadas por el pueblo venezolano".
Caracas sostiene que estas confiscaciones no impedirán que Venezuela siga "adelante con su crecimiento económico" y el "desarrollo de su industria de hidrocarburos de manera independiente y soberana". Además, afirmó que recibió una "muestra plena de solidaridad" de Irán, uno de sus principales aliados.
La nueva incautación se produce apenas seis días después de que las fuerzas estadounidenses desplegadas en el mar Caribe confiscaran el petrolero Skipper, en una escalada de tensión que podría derivar en un cambio de régimen en Venezuela, según analistas.
La secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, advirtió que Washington "seguirá persiguiendo el movimiento ilícito de petróleo sancionado que se utiliza para financiar el narcoterrorismo en la región". Por su parte, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmó que el bloqueo de los buques venezolanos "permanecerá en pleno vigor" hasta que Maduro devuelva "todos los activos estadounidenses robados".
Estas acciones militares en el Caribe y el Pacífico ya han dejado más de 100 víctimas fatales, mientras la Casa Blanca continúa imponiendo sanciones contra líderes chavistas en un intento por derrocar al gobierno de Maduro.












