Aviones de combate F-35A Lightning II de la Guardia Nacional Aérea de Vermont aterrizaron recientemente en la antigua base naval Roosevelt Roads, en Puerto Rico, para integrarse a la Operación Lanza del Sur. Esta llegada marca el último y más significativo refuerzo de las fuerzas estadounidenses en su misión de presión contra el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.
El despliegue de estos cazas de quinta generación introduce una capacidad ofensiva superior en el teatro de operaciones del Caribe. A diferencia de los F-35B del Cuerpo de Marines que ya se encontraban en la zona, los F-35A de la Fuerza Aérea (USAF) pueden transportar bombas guiadas de 2.000 libras en sus bahías internas, tienen un mayor alcance de combate y una agilidad superior, lo que sugiere preparativos para posibles ataques de mayor envergadura sobre objetivos estratégicos.
Este escuadrón se une a una masiva armada aérea y naval que Washington ha concentrado en la región. La fuerza de tarea incluye aviones de búsqueda y rescate de combate (CSAR), drones MQ-9 Reaper, cañoneros AC-130 Ghostrider y aviones de guerra electrónica E/A-18G Growler. Además, el portaaviones más grande del mundo, el USS Gerald R. Ford, se mantiene operativo en el Caribe con cuatro escuadrones de ataque y capacidades de mando aerotransportado.
En los días previos, plataformas de rastreo de vuelos de código abierto como FlightRadar24 detectaron un aumento en la actividad de vigilancia cerca del espacio aéreo venezolano. Se registraron patrones de vuelo de un avión E-3 Sentry (AWACS) y maniobras de cazas F/A-18 Super Hornet de la Armada justo en el límite exterior de la frontera norte de Venezuela, lo que indica un monitoreo constante de las defensas antiaéreas del país suramericano.
La movilización de estos activos de quinta generación ocurre en paralelo a la intensificación del bloqueo naval. Apenas este sábado, fuerzas especiales estadounidenses abordaron un petrolero frente a las costas venezolanas, marcando la segunda incautación de este tipo tras la captura del buque M/T Skipper el pasado 10 de diciembre.
Este despliegue de fuerzas aéreas y navales de alta tecnología en el Caribe sugiere que Estados Unidos está preparando una escalada significativa de sus acciones de presión contra el gobierno de Nicolás Maduro. La llegada de los aviones F-35A, con su capacidad de ataque mejorada, podría indicar que Washington está considerando opciones más agresivas, incluyendo posibles ataques aéreos, para intentar derrocar al régimen venezolano. Sin embargo, cualquier acción militar de gran envergadura conllevaría enormes riesgos y consecuencias imprevisibles para la región.











