Lo que sucedió el pasado jueves en Matanzas evidencia la notable debilidad del Estado cubano y el miedo de quienes gobiernan a perder un poder que saben cuestionado y que hace agua por todas partes.
La profesora e historiadora cubana Alina Bárbara López Hernández, residente en Matanzas, fue detenida el 18 de diciembre mientras intentaba realizar una protesta pública en el Parque de la Libertad. La activista, quien es víctima frecuente de hostigamiento por parte de la policía política, fue retenida durante casi 10 horas en una precaria oficina de la estación de policía, donde fue testigo del nerviosismo y la preocupación de los agentes.
La detención se produjo justo cuando sesionaba online la Asamblea Nacional, lo que evidencia el temor del régimen a cualquier tipo de protesta o cuestionamiento, incluso en medio de una reunión de los diputados del "poder popular más antipopular de la historia", según relata la propia Alina Bárbara.
Durante su retención, la activista mantuvo un tenso diálogo con un instructor de la Dirección Técnica de Investigaciones, quien le recriminó que no se puede "tumbar" la revolución "con gritos y cartelitos". Sin embargo, Alina Bárbara le respondió contundentemente, dejándole "ciertas dudas donde antes había certezas y triunfalismo vacuo".
Finalmente, Alina Bárbara fue liberada junto a otros dos detenidos, la doctora Lilian Borroto López y Jorge Fernández Era. La activista asegura que continuará protestando y haciendo uso de la "protesta no violenta", advirtiendo a las autoridades que, si quieren que deje de hacerlo, deben convocar al juicio y respetar el debido proceso.
Este incidente evidencia la debilidad y el miedo del régimen cubano, que no duda en recurrir a la represión para acallar cualquier voz disidente, incluso en momentos en que la Asamblea Nacional se reúne. La detención de Alina Bárbara y otros activistas muestra la falta de legitimidad de un sistema político que excluye y niega los derechos ciudadanos.
