Donald Trump lanzó este año la campaña de presión internacional más fuerte vista hasta ahora contra el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. El presidente de Estados Unidos puso en marcha una operación bélica sin precedentes en el Caribe, desplegando el mayor portaaviones del mundo, el USS Gerald Ford, junto a una gran flota de buques de guerra y aproximadamente 15.000 soldados estadounidenses.
La tensión ha ido en ascenso desde finales de agosto, cuando Trump ordenó este despliegue militar en las aguas del Caribe y el Pacífico, bajo el argumento de combatir el narcotráfico que, según él, financia Caracas. Venezuela, cuyo gobierno es tildado de 'narcoterrorista' por Estados Unidos, rechaza estas acciones y considera que el verdadero objetivo es propiciar un cambio de régimen en el país.
La ofensiva estadounidense en el Caribe ha destruido 26 lanchas que supuestamente transportaban drogas y ha matado al menos a 99 personas. Además, Trump anunció a fines de noviembre que el espacio aéreo de Venezuela permanecería cerrado "en su totalidad", lo que hizo aumentar las especulaciones de que una intervención a Venezuela podría estar cerca.
La presión aumentó aún más la semana pasada con la incautación de un petrolero ante las costas venezolanas y el martes 16 anunció el "bloqueo" de todos los petroleros sancionados que entren o salgan de Venezuela. La medida, una escalada importante del despliegue militar, provocó que el régimen anunciara que la Armada venezolana escoltará a los buques cisterna.
Sin embargo, pese a la enorme presión militar, Trump no ha ordenado derrocar a Maduro. Según el experto Ramiro Escobar, de la Pontificia Universidad Católica del Perú, el mandatario estadounidense se ha "metido en un laberinto del cual difícilmente pueda salir".
"Si él ataca militarmente, incursiona de manera terrestre en Venezuela o empieza a bombardear desde el mar las costas venezolanas, lo que va a provocar en primer lugar es una respuesta de las fuerzas armadas venezolanas", advierte Escobar. Además, una intervención terrestre podría generar una crisis humanitaria similar a la de Vietnam o Afganistán, algo que preocupa a los estadounidenses.
Otro factor que frena a Trump es la falta de unanimidad en Estados Unidos. Dentro del Congreso, tanto demócratas como republicanos han intentado limitar el poder del presidente para usar la fuerza militar contra Venezuela. Asimismo, la mayor parte de la comunidad internacional, incluida la ONU y varios países europeos, reaccionarían en contra de un ataque de este calibre.
Ante este escenario, lo más probable es que Trump apueste por un "derrocamiento por dentro", es decir, intentar que algún militar venezolano traicione a Maduro y se gane la recompensa de 50 millones de dólares ofrecida por Estados Unidos. Mientras tanto, la flota estadounidense permanecerá en el Caribe, pero sin lanzar un ataque directo.
