El reciente informe del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA confirma una tendencia preocupante en el mercado laboral argentino: la destrucción del empleo formal y el avance sostenido de la precarización.
Según los datos recopilados por los investigadores Eduardo Chávez Molina, Mariana Sosa y José Rodríguez de la Fuente, desde el inicio de la actual gestión gubernamental se han perdido 407 mil puestos de trabajo formal, lo que ha provocado que el porcentaje de informalidad alcance niveles récord, superando el 43% de las personas ocupadas. Esto se debe a que nueve de cada diez nuevos empleos generados en los últimos dos años son precarios.
El deterioro constante de los ingresos reales, con impacto directo en la contracción del consumo interno, ha propiciado además un aumento de la pobreza entre los trabajadores. De hecho, el 72% del total de ocupados percibe ingresos mensuales de 1 millón de pesos o menos, una cifra que se encuentra por debajo del valor de la Canasta Básica Total, que en octubre de 2025 alcanzaba los $1.213.799, según el INDEC.
Este fenómeno de precarización estructural, que los investigadores describen como "de precarización estructural que compromete la sostenibilidad del sistema previsional y las condiciones de vida de la mayoría de la fuerza laboral", se ve agravado por el modelo económico actual, que combina la caída del poder adquisitivo de los salarios y la apertura casi irrestricta de las importaciones.
Esto ha deprimido el consumo masivo y provocado un incremento de los despidos. Un porcentaje muy alto de los trabajadores que pierden el empleo formal termina reinsertándose en el mercado laboral a través de empleos precarios que profundizan condiciones de alta vulnerabilidad, con ingresos que, en promedio, son aproximadamente la mitad que los de los puestos de trabajo registrados.
Ante este panorama, el informe advierte que de persistir esta dinámica, la economía argentina se encamina hacia una profundización altamente riesgosa de la informalidad y la precarización laboral. Este proceso genera un deterioro constante de los ingresos reales, con impacto directo en la contracción del consumo interno y, por esa vía, en el aumento de la pobreza.
Para romper esta inercia, los investigadores señalan que se requieren políticas activas orientadas a la promoción del empleo formal, la reindustrialización y el fortalecimiento de una Argentina productiva, capaz de generar valor agregado, trabajo de calidad y un sendero de desarrollo sustentable en el mediano y largo plazo.











