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La historia de la chacabana, la camisa que se convirtió en símbolo dominicano

La historia de la chacabana, la camisa que se convirtió en símbolo dominicano

La historia de la chacabana, la camisa que se convirtió en símbolo dominicano

La chacabana, esa camisa fresca, de cuello breve y dignidad sobria, es un invento tan dominicano como el mangú del desayuno o la sobremesa bajo la mata de mango. Sus orígenes se remontan a los pliegues de la guayabera cubana y la filipina yucateca, pero fue en República Dominicana donde encontró su hogar, carácter y apellido.

Las primeras referencias de esta prenda en la isla aparecen a mediados del siglo XX, cuando la modernización del Caribe exigió un vestuario que conciliara elegancia y clima. Los profesionales, funcionarios y comerciantes dominicanos empezaron a preferir una camisa que permitiera transpirar sin renunciar al decoro. Así nació la transformación de la guayabera tradicional, amplia y cargada de alforzas, en una pieza más recta, menos ruidosa y con un porte que evocaba autoridad sin arrogancia.

El dominicano, siempre dado a la adaptación creativa, fue modificándola según su gusto. Eliminó el cuello clásico y dejó un cuello mao, breve y disciplinado. Redujo los adornos exagerados y eligió líneas sobrias que, paradójicamente, terminaron dándole un estilo inconfundible. Donde la guayabera era exuberante, la chacabana apostó por la contención; donde la otra era campesina, esta se volvió urbana; donde la primera era símbolo regional, la segunda obtuvo ciudadanía dominicana.

Para finales de los años 90, la chacabana ya había ascendido a los salones oficiales. Presidentes, ministros y diplomáticos comenzaron a mostrarla en actos protocolarios, sacudiéndose cualquier sombra de informalidad. Se institucionalizó lo que ya era costumbre: vestir acorde al clima tropical sin renunciar a la solemnidad.

Hoy la chacabana es más que una camisa; es un lenguaje. Es la forma en que el dominicano dice "ésta es mi tierra y este es mi clima, pero también ésta es mi elegancia". Es un puente entre la historia y el presente, entre la frescura y la formalidad, entre la tradición y la modernidad. En bodas, recepciones, eventos de Estado o simples reuniones familiares, la chacabana se ha convertido en estampa nacional, en marca de identidad, en certeza de pertenencia.

Así, la prenda que llegó como visitante terminó convertida en símbolo. Y como todo lo que el dominicano adopta con pasión, la chacabana dejó de ser moda para convertirse en cultura. Y en cultura que perdura.

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