Hace 500 años nació Giovanni Pierluigi da Palestrina, un compositor que marcó un antes y un después en la historia de la música. En una época en la que la Iglesia ejercía un férreo control sobre la música sacra, Palestrina logró mantener la polifonía (varias voces a la vez) sin que sonara como un caos, convirtiéndose en el "Mozart del Renacimiento".
Su obra, que incluye más de 100 misas y un sinfín de motetes, himnos y madrigales, no solo influyó profundamente en la música religiosa, sino que también dejó huella en compositores posteriores como Bach y Brahms. Incluso, su legado se puede escuchar en arreglos vocales de grupos tan diversos como los Beach Boys o el Ensamble Gurrufío.
Palestrina entendía que la música no necesitaba gritar para ser poderosa. Cada una de sus líneas melódicas tenía un propósito y una relación armónica con las demás, creando una sensación de serenidad y elegancia que cautivaba a los oyentes. Su "Misa del Papa Marcelo" fue clave para que el Concilio de Trento aceptara la continuidad de la música polifónica en la liturgia.
Hoy en día, cuando la música popular a menudo carece de armonía y líneas melódicas claras, la obra de Palestrina sigue siendo un referente de calidad y buen gusto. En Venezuela, donde el movimiento coral ha alcanzado gran reconocimiento internacional, más de un compositor se ha inspirado en el espíritu palestriniano, sin saberlo.
Lejos de ser un compositor "rancio" y aburrido, Palestrina fue un verdadero innovador que supo elevar el alma a través de la música. Su legado sigue vigente y merece ser redescubierto por las nuevas generaciones, quienes podrán apreciar la profundidad y la belleza de una polifonía bien construida.












