En un discurso televisado a la nación el 17 de diciembre de 2025, el presidente Donald Trump exageró los logros de su primer año en el cargo y culpó a su predecesor Joe Biden por la difícil situación económica que atraviesa Estados Unidos.
Durante 18 minutos, Trump se jactó de los supuestos avances de su administración, asegurando que en poco tiempo "hemos ido de lo peor a lo mejor" y presumiendo de que Estados Unidos es "el país más sexy del mundo" según los líderes extranjeros con los que ha hablado.
Sin embargo, los verificadores de datos tuvieron que trabajar arduamente para desmentir muchas de las afirmaciones del mandatario, que parecía estar más interesado en justificar sus propias impotencias en materia económica que en hacer un balance realista de su primer año.
Por ejemplo, Trump afirmó que la tasa de desempleo ha mejorado, cuando en realidad ha empeorado en tres décimas con respecto a la cifra que heredó de Biden. Además, presumió de haber "eliminado" ocho guerras, cuando en realidad no ha habido cambios significativos en el panorama bélico internacional.
En un tono crispado e impaciente, el presidente también volvió a echar mano de sus fetiches retóricos habituales, como los ataques a las personas trans, el argumentario racista y xenófobo, y la supuesta "invasión" de criminales enviados por países enemigos.
Hacia el final de su intervención, Trump prometió algunas medidas, como una "reforma de vivienda agresiva" y un cheque de 1.776 dólares para los militares, que calificó como el "estipendio de los guerreros". Sin embargo, muchas de estas propuestas sonaron a gastadas o incluso matemáticamente imposibles.
El discurso, que estuvo sujeto a unas costuras de tiempo y formato con las que Trump no se siente cómodo, también tuvo un tinte de acto inaugural de campaña, ya que en noviembre próximo se celebrarán las cruciales elecciones legislativas de medio mandato, en las que los republicanos podrían perder una o ambas Cámaras en el Capitolio.
En un momento en el que Trump se encuentra en medio de una "tormenta perfecta", con encuestas desfavorables, una base MAGA cada vez más impaciente y una economía que sigue dando malas noticias, el presidente parece estar más preocupado por justificarse y atacar a sus adversarios que por ofrecer soluciones concretas a los problemas que aquejan a los estadounidenses.












