El Cártel de Santa Rosa de Lima surgió formalmente en 2014 en el municipio de Villagrán, Guanajuato, bajo el liderazgo de José Antonio Yépez Ortiz, alias "El Marro". Este grupo criminal se dedicó al secuestro, la extorsión y el robo de combustible, convirtiéndose en uno de los más poderosos y violentos de México.
El crecimiento del cártel quedó reflejado en el aumento exponencial de tomas clandestinas en los ductos de Pemex, que pasaron de 165 en 2013 a alrededor de 1,800 en 2017. Según datos del gabinete de seguridad, en su momento de mayor auge, el Cártel de Santa Rosa de Lima llegó a obtener ganancias diarias de entre 800 mil y 1.2 millones de dólares, lo que representaba cerca del 1.5% de las pérdidas totales de la empresa estatal.
La expansión del grupo provocó un conflicto directo con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y su líder, Nemesio Oseguera Cervantes, "El Mencho", quien intentó inicialmente una alianza, pero terminó disputando a "El Marro" el control del robo de combustible. La rivalidad entre ambos grupos se intensificó tras una reunión fallida en 2017, en Irapuato, donde un sobrino de "El Mencho" fue asesinado por "El Marro", detonando una ola de violencia que convirtió a Guanajuato en uno de los estados más inseguros del país.
Finalmente, el 1 de agosto de 2020, "El Marro" fue detenido en un operativo de inteligencia en Villagrán y trasladado al penal de El Altiplano. En enero de 2022, fue condenado por secuestro y otros delitos, y recientemente el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones al cártel y a su líder.
La caída del Cártel de Santa Rosa de Lima representa un golpe significativo a la estructura criminal que dominaba gran parte de la actividad delictiva en Guanajuato. Sin embargo, la amenaza del crimen organizado en México sigue siendo un desafío constante para las autoridades, que deben continuar trabajando para desmantelar estos grupos y reducir la violencia que han generado en todo el país.
