La famosa frase "los países no tienen amigos, tienen intereses", atribuida al estadista británico Lord Palmerston, resume a la perfección la realidad de la política internacional. En un mundo globalizado, donde priman las razones económicas, las alianzas y amistades entre naciones están sujetas a los beneficios que cada país busca para sí.
Un claro ejemplo de esto es la relación entre China y Estados Unidos, dos adversarios ideológicos que, sin embargo, mantienen importantes vínculos comerciales. Otro caso es el de Vietnam, que luego de una cruenta guerra con Estados Unidos, hoy tiene a este último como su principal mercado de exportación.
Más cerca de nosotros, la Argentina del presidente Milei, quien en campaña prometió no tener nada que ver con China, hoy se encuentra en "amores" con el gigante asiático por razones financieras y comerciales. Incluso, Milei, quien tildó al Papa como "representante del maligno", ya lo ha visitado en el Vaticano en dos ocasiones.
Estas dinámicas cambiantes en las relaciones internacionales son el reflejo de que, en efecto, "los países no tienen amigos, tienen intereses". Y Bolivia no es la excepción.
Con el nuevo ciclo político iniciado el 8 de noviembre de 2025, el país andino parece haber entendido esta lección. Bajo el liderazgo del canciller Fernando Aramayo Carrasco, Bolivia está apostando por una diplomacia profesional y pragmática, enfocada en fortalecer los vínculos comerciales y atraer inversiones.
Señales de este giro son el retiro del requisito de visa para ciudadanos de países clave como Estados Unidos, Israel, Corea del Sur y varios países europeos, con el objetivo de potenciar el turismo receptivo. Asimismo, Bolivia ha restablecido relaciones diplomáticas con Israel y Perú, y se espera que pronto también lo haga con Estados Unidos y Chile.
Este cambio de rumbo se aleja de la "diplomacia de los pueblos", basada en preferencias ideológicas, que predominó en Bolivia durante casi dos décadas. Un claro ejemplo de ello es la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que hoy se ha reducido a un grupo cada vez más pequeño de países, luego de que Ecuador y Honduras se retiraran en 2018.
De hecho, Bolivia fue suspendida del ALBA en octubre de 2025, debido a que la visión del presidente Rodrigo Paz Pereira se oponía a los postulados del Socialismo del Siglo XXI. Pero lejos de angustiarse por ello, el gobierno boliviano parece haber entendido que este bloque ideológico nunca fue una verdadera alternativa al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) impulsada por Estados Unidos.
Más bien, el ALBA ha fracasado históricamente en integrar a los países del continente, y los niveles de comercio entre sus miembros se han derrumbado. Incluso, Bolivia se sintió defraudada por sus "amigos" socialistas, como el fallecido Hugo Chávez de Venezuela y el expresidente brasileño Lula da Silva, quienes incumplieron sus promesas de comprar los productos que Bolivia dejara de exportar a Estados Unidos.
Consciente de que una pequeña economía como la suya no puede darse el lujo de despreciar a la primera potencia económica mundial, Bolivia está ahora enfocada en restablecer relaciones con Estados Unidos. Esto le permitiría acceder a un enorme mercado de consumo, recibir cooperación técnica y económica, y contar con el respaldo estadounidense en el escenario internacional.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y el Instituto Boliviano de Comercio Exterior, el comercio de Bolivia con el ALBA alcanzó su máximo en 2010, con 749 millones de dólares, pero se desplomó en un 98% hasta llegar a solo 13 millones en 2024. Las exportaciones bolivianas a este bloque cayeron un 99%, de 408 millones a solo 5 millones en el mismo período.
En otras palabras, las ventas de Bolivia al ALBA en 2024 representaron apenas el 0,06% de sus exportaciones totales. Esto demuestra que, en realidad, este bloque ideológico nunca fue una prioridad real para la economía boliviana.
Ante este panorama, el gobierno de Paz Pereira parece haber entendido que, en el juego de la política internacional, "los países no tienen amigos, tienen intereses". Y Bolivia está apostando por una diplomacia pragmática, enfocada en fortalecer sus vínculos comerciales y atraer inversiones, incluso si eso implica acercarse a antiguos "adversarios" como Estados Unidos.










