La victoria de José Antonio Kast en las elecciones presidenciales de Chile ha sido un ejemplo de madurez democrática que Ecuador debería tomar en cuenta. A pesar de las diferencias ideológicas, Kast y su contrincante Jeannette Jara han demostrado un compromiso inquebrantable con la estabilidad institucional y el respeto al proceso electoral.
Mientras que en Ecuador aún persisten los cuestionamientos y la polarización luego de cada proceso electoral, en Chile vimos cómo Jara, una convencida comunista, reconoció la victoria de Kast, un político de derecha, y se comprometió a trabajar por un "gobierno de unidad nacional en los temas prioritarios". Por su parte, el presidente saliente, Gabriel Boric, puso un freno a los ataques y la desinformación, demostrando su madurez política.
Este gesto de grandeza y compromiso con la democracia es algo que Ecuador necesita urgentemente. Aquí, lamentablemente, aún prevalecen los políticos que prefieren ser "mesías" antes que estadistas, generando dudas sobre los procesos electorales y alimentando la división social.
El ejemplo chileno nos muestra que es posible tener diferencias ideológicas sin poner en riesgo la institucionalidad. Allá, los políticos anteponen el bienestar de los ciudadanos a sus intereses personales o partidistas. En Ecuador, en cambio, aún prevalece la búsqueda de impunidad y la confrontación constante.
Es hora de que los ecuatorianos sientan el "privilegio de vivir en paz", lejos de la violencia y la polarización que nos han sumido en una crisis permanente. Para ello, debemos encontrar mecanismos que fomenten el respeto, la civilidad y el diálogo entre quienes piensan diferente. Sólo así podremos avanzar hacia una democracia más madura y estable, como la que hoy vemos en Chile.












