En pleno barrio 4 de Abril de Puerto Bolívar, Machala, los familiares de Edward José Valiente Góngora lloraron su muerte. A las 12:30 del 4 de julio, la madre y los amigos del joven, de 26 años, lo velaron en medio de una de las principales calles. Edward fue baleado en altamar, cerca de la frontera con Perú, mientras pescaba junto a otros hombres. Uno de los disparos le atravesó el ojo. "Fue un robo", asegura su abuelo, quien a través de Mongabay Latam denuncia la guerra que azota esta zona, la cual se ha convertido en campo de batalla para bandas narcotraficantes.
Desde hace más de cinco años, los pescadores de Puerto Bolívar viven bajo la amenaza constante del crimen organizado. Las extorsiones, conocidas como 'vacunas', son un impuesto que deben pagar para poder faenar. Algunas familias desembolsan hasta 300 dólares mensuales para evitar que les roben los motores de sus lanchas o que los maten en pleno mar. El 70 % de los 3.000 pescadores de la zona cumplen con las extorsiones, asegura un dirigente pesquero, mientras que los más asfixiados por las amenazas se ven obligados a aceptar encargos ilegales, como transportar droga en sus embarcaciones.
Esta guerra, que ha sumido a la pesca artesanal en el caos, está directamente ligada al narcotráfico. Las bandas que operan en la zona, luchando por el control del puerto y sus rutas hacia el mar, han dejado tras de sí una estela de sangre y violencia. Desde 2014, El Oro ha acumulado 2.094 homicidios, con 32 pescadores asesinados. Las muertes de pescadores en la zona también han aumentado considerablemente, pasando de 5 en 2014 a 45 en 2024.
El ambiente de guerra en la costa de Machala se debe a la lucha por controlar Puerto Bolívar, uno de los principales puertos de salida para la droga en Ecuador. En la zona operan bandas narcotraficantes vinculadas a carteles como el Jalisco Nueva Generación y el Sinaloa, según informes de seguridad de Ecuador y EE. UU. Las bodegas, camaroneras, haciendas e islas en la zona son utilizadas por las bandas para almacenar estupefacientes, y los narcotraficantes también se apoderan de embarcaciones pesqueras para transportar droga a mar abierto.
Ante esta situación, muchos pescadores no tienen más opción que ceder ante las amenazas. Algunos se ven obligados a vender sus embarcaciones y abandonar el oficio, mientras que otros se unen a las bandas y transportan estupefacientes o combustible para ellas. "Tienes que ceder. Si no, también te matan", admite un dirigente pesquero.











