Ford Motor Company ha dado un giro radical en su estrategia de electrificación, abandonando algunos de sus planes más ambiciosos para vehículos eléctricos y apostando en su lugar por invertir en motores de gasolina e híbridos. La compañía informó el lunes que dejará de fabricar la pickup eléctrica F-150 Lightning y, en su lugar, se centrará en una versión de autonomía extendida del modelo.
Además, la empresa ha realizado cambios en su producción. Su Tennessee Electric Vehicle Center, que formaba parte del campus BlueOval City y era considerado el emblema del futuro de los eléctricos y baterías de Ford, pasará a llamarse Tennessee Truck Plant y fabricará nuevos camiones asequibles con motor de gasolina. Por su parte, la Ohio Assembly Plant producirá una nueva furgoneta de gasolina e híbrida.
Según Jim Farley, consejero delegado de Ford, este cambio se debe a la "realidad operativa" que ha cambiado y a la necesidad de reasignar capital hacia "oportunidades de crecimiento de mayor retorno", como Ford Pro, sus camiones y furgonetas líderes de mercado, los híbridos y opciones de alto margen, como su nuevo negocio de almacenamiento de energía en baterías.
Ford espera que, para 2030, la mitad de su volumen global corresponda a híbridos, eléctricos de autonomía extendida y eléctricos puros, frente al 17% de este año.
La decisión de Ford se produce en un contexto en el que la demanda de vehículos eléctricos en Estados Unidos no ha cumplido las expectativas. Los eléctricos representaron alrededor del 8% de las ventas de vehículos nuevos en el país el año pasado, y factores como el precio y la infraestructura de recarga siguen preocupando al comprador medio.
Según Sam Fiorani, vicepresidente de AutoForecast Solutions, la eliminación de la F-150 Lightning eléctrica "no sorprende demasiado" después de que la camioneta no lograra llenar la capacidad de la planta. Fiorani considera que la decisión de convertir un camión de gasolina existente para admitir el grupo motopropulsor eléctrico "ayudó a reducir los costes iniciales" y fue la "decisión correcta".
Varios fabricantes han modificado en los últimos años sus planes de producto electrificado, debido a la lenta adopción de los vehículos eléctricos por parte del público y a la postura más laxa de la Administración Trump en cuanto a consumo y emisiones. Aunque los eléctricos siguen siendo el futuro, la transición "iba a ser, desde el principio, más larga de lo que los fabricantes han venido prometiendo al público", según Fiorani.











