Cada 22 de diciembre, millones de hogares españoles se reúnen con la ilusión de que el Gordo de la Lotería de Navidad caiga en su barrio, pueblo o casa. Sin embargo, las probabilidades de ganar son escasas. Es por eso que en España se ha consolidado la tradición de compartir los décimos, ya sea con familiares, amigos, compañeros de trabajo o incluso vecinos.
Esta costumbre tiene una función práctica: minimizar el riesgo económico. Al no tener que asumir el coste total de un billete, quienes participan pueden hacerlo de forma más accesible. Además, la ilusión de ganar se mantiene viva al compartir el sueño con personas cercanas.
Vicenta, una mujer de 84 años de Castilla-La Mancha, lleva décadas jugando a la Lotería de Navidad. Ella compra cuatro décimos: uno para ella y tres para sus hijos. "Así, si toca, toca a partes iguales y yo no tengo que compartir", explica. Otros, como Lydia, una joven madrileña de 26 años, se han animado a participar gracias a la opción de compartir un décimo con amigos.
Marcos, también de 26 años y residente en Madrid, solo tendrá que revisar dos números el próximo lunes: el de su trabajo y el que su madre compra para él y su hermana. "Mis abuelos, mis padres y mis tíos siempre han comprado para compartir", cuenta.
A más de 500 kilómetros, en Sevilla, Carmen, de 25 años, explica que al principio no le convencía la tradición de compartir. "Cuando empecé a trabajar, ya me entró la ilusión de fantasear con la idea de que pudiera tocarme algo", dice. Ahora, lleva un décimo del trabajo y otro con sus amigas.
Incluso hay quienes comparten, no para que les toque junto a los demás, sino por si les toca a los demás y no a ellos. Alba, de 30 años y residente en Ciudad Real, solo ha comprado un décimo este año: el del trabajo. "Imagina que a todos les toca menos a mí", comenta horrorizada. No quiere ser como esos protagonistas de los anuncios navideños que decidieron no comprar el número de la empresa o del bar y les tocó al resto.
La tradición de compartir la Lotería de Navidad en España es una forma de mantener viva la ilusión y minimizar los riesgos económicos. Aunque las probabilidades de ganar son escasas, la unión y el espíritu navideño hacen que esta costumbre se repita año tras año en millones de hogares.
