Un cubano detenido en una cárcel de máxima seguridad en Florida, conocida como "Alligator Alcatraz", ha exigido ser deportado y ha denunciado las condiciones extremas que enfrenta en el centro penitenciario. El hombre, que lleva 25 años preso por un crimen, ha revelado detalles estremecedores sobre el trato que reciben los internos, lo cual ha llevado a Amnistía Internacional a calificar dichas condiciones como "inhumanas".
El preso, cuya identidad no ha sido revelada, relata que la cárcel en la que se encuentra, apodada "Alligator Alcatraz" por su ubicación en una zona remota rodeada de pantanos, es un lugar aterrador donde los reclusos viven en condiciones deplorables. Según sus denuncias, los internos sufren de hacinamiento, falta de atención médica adecuada, escasez de alimentos y agua, y un trato vejatorio por parte del personal penitenciario.
"Permítanme salir de este país", imploró el hombre, quien lleva más de dos décadas encarcelado por un delito cometido cuando era joven. Tras cumplir su condena, el preso asegura que lo único que desea es ser deportado a su país de origen, Cuba, donde espera poder rehacer su vida.
Las denuncias del recluso han sido respaldadas por Amnistía Internacional, que ha calificado las condiciones de la cárcel como "inhumanas" y ha exigido a las autoridades estadounidenses que tomen medidas urgentes para mejorar el trato a los presos. La organización de derechos humanos ha señalado que el hacinamiento, la falta de atención médica y las condiciones de vida deplorables en la prisión constituyen una violación flagrante de los derechos humanos.
La situación en la cárcel de "Alligator Alcatraz" ha generado indignación y llamados a la acción por parte de organizaciones de derechos humanos y defensores de los presos. Expertos en el sistema penitenciario han denunciado que este tipo de centros, ubicados en zonas remotas y con condiciones extremas, son comunes en Estados Unidos y reflejan las fallas del sistema carcelario del país.
El caso del preso cubano ha puesto en el centro del debate la necesidad urgente de reformar el sistema penitenciario estadounidense y garantizar el respeto a los derechos humanos de los reclusos, independientemente de su nacionalidad o antecedentes penales.
