Estados Unidos ha trasladado a uno de sus puertos un petrolero venezolano que había sido incautado, con el fin de inspeccionar su cargamento de crudo. Esta acción ha generado rechazo por parte de varios líderes latinoamericanos, quienes la han condenado públicamente.
La confiscación del buque se enmarca en la campaña militar que la Administración del presidente Donald Trump mantiene en el Caribe frente a Venezuela. Según la información disponible, el petrolero será sometido a una inspección exhaustiva de su cargamento.
La noticia ha provocado fuertes reacciones en la región. Colombia y Cuba han sido dos de los países que han salido al paso para rechazar enérgicamente la medida adoptada por Estados Unidos. Ambos gobiernos han denunciado la acción como un acto de agresión y una clara violación de la soberanía venezolana.
"Esta confiscación es inaceptable y una clara muestra de la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Venezuela. Exigimos el respeto a la soberanía de nuestros países", declaró el presidente colombiano, Iván Duque.
Por su parte, el gobierno cubano emitió un comunicado en el que calificó la incautación del petrolero como "un acto de piratería" y advirtió que "no permitiremos que se siga atacando a nuestros hermanos venezolanos".
La tensión entre Estados Unidos y Venezuela se ha intensificado en los últimos meses, con Washington aplicando una serie de sanciones económicas y diplomáticas contra el gobierno de Nicolás Maduro. La confiscación del petrolero venezolano parece ser la última escalada en esta confrontación geopolítica.
Analistas internacionales señalan que esta acción podría tener serias consecuencias para la estabilidad regional, al generar un mayor rechazo y desconfianza hacia la política exterior estadounidense en Latinoamérica.
