Estados Unidos ha intensificado su presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, con una serie de medidas que incluyen el despliegue de buques militares y aviones de combate en el Caribe, sanciones económicas y la reciente incautación de un buque petrolero venezolano.
La incautación del buque "Skipper", que transportaba 1,9 millones de barriles de petróleo, es vista por Caracas como un "robo descarado" y una prueba de que el objetivo de Washington es "apoderarse del petróleo venezolano". Esta acción se enmarca en una estrategia más amplia de Estados Unidos para debilitar económicamente al gobierno de Maduro.
Venezuela, que cuenta con las mayores reservas de petróleo del mundo, ha visto cómo su producción se ha desplomado de 3 millones de barriles por día a solo 350.000 en 2020, debido a años de mala gestión y corrupción. Esto, sumado a las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, ha golpeado severamente a la economía venezolana.
Para evadir el embargo petrolero, Caracas ha recurrido a "buques fantasma" que usan artimañas como banderas falsas y rutas ficticias. Sin embargo, estos movimientos son tolerados por Estados Unidos, que ahora ha dado un golpe contundente con la incautación del "Skipper".
Expertos advierten que si las incautaciones se generalizan, esto podría llevar a una crisis económica en Venezuela, con escasez de alimentos, medicamentos y una mayor inestabilidad cambiaria. En este escenario, se pone a prueba el apoyo que países como China, Irán y Rusia están dispuestos a brindar al gobierno de Maduro.
La tensión entre Estados Unidos y Venezuela se mantiene en un punto crítico, con Washington intensificando sus esfuerzos para debilitar al gobierno de Maduro y Caracas denunciando un "robo descarado" de su principal fuente de ingresos.
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