Ecuador encara el 2026 con el urgente desafío de reconstruir su tejido social, luego de años marcados por la violencia, la desigualdad y la erosión de la confianza entre ciudadanos, instituciones y comunidades. Diversas organizaciones sociales, desde fundaciones hasta iglesias y colectivos barriales, han unido esfuerzos para impulsar una cultura de paz y solidaridad que devuelva esperanza, dignidad y seguridad a los más vulnerables.
La perspectiva de estas entidades no es ingenua ni idealista, sino que surge de la experiencia directa de quienes sostienen, día a día, espacios de atención, acompañamiento y contención emocional. "Estamos convencidos de que la mejoría en nuestro país necesita unión más que perfección; nadie reconstruye solo", afirma Valeria Constante, abogada y representante de la Fundación No Me Digas Que No.
Esta visión de trabajo colaborativo y corresponsabilidad es compartida por decenas de organizaciones que, desde diferentes enfoques, buscan sanar heridas sociales profundas y abrir caminos de participación y solidaridad. Entre sus prioridades están cerrar brechas urgentes como el acceso desigual a la educación, la salud mental desatendida y la falta de oportunidades reales para jóvenes y familias.
La Fundación Voluntarios Solidarios, liderada por Miguel Gavilanes, sostiene una labor directa con personas en situación de calle, con el objetivo de restablecer vínculos y devolver dignidad a quienes lo han perdido todo. Su metodología se basa en la constancia y el acompañamiento a largo plazo, lo que les ha permitido sacar a tres personas de la calle y ayudarlas a alquilar un cuarto con autonomía.
Por su parte, Evelyn Cevallos, líder de la Fundación No Estás Solo, enfatiza la importancia de atender al ser humano de manera integral, brindando acompañamiento en crisis, fortalecimiento emocional y un mensaje de esperanza. Su fundación, nacida como brazo social de la Iglesia Familia de Dios, trabaja en programas estudiantiles, donación de alimentos, actividades comunitarias y construcción de viviendas dignas.
Todas estas organizaciones coinciden en que la reconstrucción del tejido social no puede ser un esfuerzo aislado, sino un trabajo conjunto entre el Estado, la empresa privada y las fundaciones. "Ya existe una cultura empresarial que empieza a abrirse a lo social", comenta Gavilanes, "pero necesitamos más: apoyo económico, alimentos, medicinas, voluntarios y, sobre todo, continuidad".
El 2026 se perfila como un año clave para impulsar una cultura de paz y ampliar iniciativas que fortalezcan la convivencia y la confianza entre los ecuatorianos. La unión y la corresponsabilidad serán fundamentales para lograr este objetivo.
