En un escenario de creciente tensión geopolítica, el gobierno de China llevó a cabo recientemente su ejercicio militar más grande en zonas cercanas a Taiwán, en lo que parece ser una clara advertencia y demostración de fuerza ante la isla que reclama como parte de su territorio.
La operación, bautizada como "Misión Justicia-2025", involucró el despliegue de tropas, aviones de combate, buques de guerra, sistemas de artillería de largo alcance y fuego real durante dos días. Las maniobras se concentraron en siete zonas aéreas y marítimas próximas a Taiwán, en un claro mensaje de que China está dispuesta a utilizar la fuerza para lograr la "reunificación nacional".
Según informes, las fuerzas armadas chinas simularon diversos escenarios, como ataques a objetivos marítimos y terrestres, operaciones antisubmarinas y ejercicios para obtener la "superioridad aérea regional". Participaron destructores, fragatas, bombarderos H-6 equipados con misiles, y hasta drones.
El gobierno de Xi Jinping justificó estas maniobras afirmando que "fuerzas externas utilizan a Taiwán para contener a China y arman a Taiwán", lo que a su juicio "alienta el independentismo" y pone a la región en "grave peligro bélico".
La respuesta de Taiwán no se hizo esperar. El presidente Lai Ching-te anunció que aumentará el presupuesto de defensa a 40.000 millones de dólares entre 2026 y 2033, con el objetivo de fortalecer su capacidad militar ante una eventual invasión.
Analistas internacionales señalan que estos ejercicios militares persiguen dos objetivos: asustar a Taiwán para que no declare su independencia y tener preparada una opción militar para invadir la isla en un futuro. Algunos incluso estiman que China podría tener la capacidad de intentar una invasión para 2027.
Sin embargo, expertos advierten que una confrontación bélica entre China y Taiwán, con la posible intervención de Estados Unidos, tendría un enorme costo militar y económico, no solo para las partes involucradas, sino también para la economía global. Además, se desconoce la verdadera capacidad de combate de las fuerzas chinas, que no tienen experiencia de guerra desde hace mucho tiempo.
En este escenario de máxima tensión, la comunidad internacional observa con preocupación los movimientos de China y las respuestas de Taiwán y sus aliados, como Japón, que ha advertido sobre una posible intervención en caso de una invasión. El futuro de la región parece incierto y cualquier error de cálculo podría desencadenar un conflicto de consecuencias impredecibles.
