Costa Rica se encuentra en una encrucijada crucial a medida que se acerca a las elecciones de 2026, enfrentando tres caminos distintos que definirán su futuro, según advierte Isabel Román, la nueva directora del Programa Estado de la Nación.
En una entrevista con El Observador, Román enumera estas tres opciones que se perfilan para el país centroamericano:
1. Continuar por la ruta actual de erosión de las fortalezas históricas, polarización y discursos que dividen, sin mejoras sustantivas a los problemas. Esta es la opción de la "inercia".
2. Sacrificar las fortalezas históricas y la democracia en favor de una "otra forma de desarrollo a costa de la democracia, a costa, digamos, del bienestar de la mayoría de las personas".
3. Hacer los ajustes necesarios para resolver los problemas específicos y "enrumbarnos hacia el futuro, pero que sea un futuro que recupere esa senda del desarrollo humano".
Román enfatiza que el país experimenta una "creciente erosión de las políticas universales de salud, de educación, de vivienda, de cultura", así como una "erosión de la cultura cívica". Señales de alarma como la apatía electoral, el menor apoyo a los partidos políticos y la creciente crispación social son evidentes.
A pesar de un repunte económico y social significativo entre 2024 y 2025, Román advierte que "a alrededor de esos indicadores hay un conjunto de fragilidades y hay un conjunto de amenazas que los acompaña".
Una de estas fragilidades es la naturaleza del crecimiento económico, que no es inclusivo, con los sectores de zonas francas impulsados por la inversión extranjera creciendo más rápido que el sector del mercado nacional, que incluye la agricultura, la construcción y el turismo.
En el ámbito social, la reducción de la pobreza se asocia más a un crecimiento del empleo informal y a factores demográficos que a la creación de empleos formales de calidad, lo que Román considera "factores endebles, frágiles, que en cualquier momento pues pueden cambiar repentinamente".
Además, la educación enfrenta una crisis profunda, con jóvenes de 15 años leyendo al nivel de tercer grado, lo que representa una "gran fragilidad para la economía nacional y para el desarrollo social".
Internamente, Román observa un "deterioro en la calidad de la gestión democrática del país", con una creciente crispación entre los poderes de la República, lo que dificulta la capacidad de dar "respuestas oportunas a las demandas ciudadanas".
Ante este panorama, Román hace un llamado a la ciudadanía a participar de manera informada y crítica en el proceso electoral de 2026, recalcando que "todos tenemos la responsabilidad de participar, porque cualquiera que sea el resultado, de todos tenemos que ser responsables de ese resultado".
A pesar de los desafíos, Román mantiene una visión de esperanza, recordando la capacidad histórica de Costa Rica para hacer "apuestas muy importantes" y renovar su "pacto democrático".










