El sistema de salud del Perú se enfrenta a un panorama complejo de cara al año 2026, marcado por el resurgimiento de enfermedades prevenibles, el avance de infecciones respiratorias y la persistencia de patologías transmitidas por vectores. Autoridades y especialistas advierten que la capacidad de respuesta sanitaria del país será puesta nuevamente a prueba en los próximos años.
Uno de los indicadores más preocupantes es el incremento sostenido de los casos de tos ferina. Según cifras oficiales, los contagios pasaron de 253 en 2024 a 4.812 en el presente año, lo que representa un aumento de 1.800%. Este repunte ha reabierto el debate sobre la cobertura de vacunación y la vigilancia epidemiológica en el país.
La tuberculosis también mantiene una tendencia al alza en Perú, que continúa figurando entre los países con mayor carga de esta enfermedad en la región. Esto evidencia brechas estructurales en prevención, diagnóstico oportuno y adherencia a los tratamientos, especialmente en poblaciones vulnerables.
Adicionalmente, el país enfrenta la amenaza recurrente de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue. Cada año, los brotes ponen a prueba la capacidad operativa del sistema sanitario, desde la atención primaria hasta la respuesta hospitalaria. El cambio climático, la urbanización acelerada y la limitada infraestructura de saneamiento agravan aún más este problema.
En paralelo, Perú se mantiene en alerta frente a virus respiratorios como la influenza AH3N2, cuya circulación estacional podría generar presión adicional sobre los servicios de salud, especialmente en adultos mayores y personas con enfermedades crónicas.
Ante este complejo escenario, la preparación del sistema de salud peruano frente a enfermedades infecciosas rumbo al 2026 se posiciona como un desafío clave de política pública. Especialistas coinciden en la necesidad de fortalecer la vacunación, mejorar la vigilancia epidemiológica y reforzar la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias.
De no abordarse estas brechas de manera integral, el país podría enfrentar un escenario de mayor vulnerabilidad sanitaria en los próximos años, con impactos directos en la salud pública y la estabilidad del sistema de salud.











