Vilma Palacios, una joven hondureña de 21 años recién graduada de enfermería, ha sido deportada a Honduras a pesar de haber vivido la mayor parte de su vida en Estados Unidos y haber impugnado su orden de deportación.
Palacios llegó a Estados Unidos cuando tenía apenas 7 años junto a su familia, quienes huyeron de Honduras debido al incremento de la violencia relacionada con pandillas. Hace 14 años, su familia presentó una solicitud de asilo, la cual enfrentaba irregularidades según las autoridades migratorias.
Tras culminar sus estudios universitarios en la Universidad Estatal de Louisiana (LSU), Palacios fue detenida por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) hace seis meses en Louisiana. A pesar de no tener antecedentes penales y haber sido contratada para trabajar como enfermera en el Hospital Touro de Nueva Orleans, su solicitud de libertad bajo fianza fue rechazada.
Sin opciones legales inmediatas, Palacios se vio obligada a firmar su orden de deportación, lo que derivó en su traslado a Honduras, un país que dejó en la infancia y con el que mantiene pocos vínculos.
El caso de Vilma Palacios ha generado consternación en la comunidad y ha despertado preocupación entre defensores de los derechos de los inmigrantes y profesionales del sector salud. Estos advierten sobre el impacto de las políticas migratorias en jóvenes que han crecido, estudiado y contribuido a la sociedad estadounidense.
Asimismo, el caso vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre la revisión de solicitudes de asilo antiguas y las condiciones de detención migratoria para personas sin historial criminal.
Hasta el momento, ICE no ha ofrecido declaraciones adicionales sobre la deportación de Vilma Palacios.
