El pasado domingo, un trágico accidente ferroviario sacudió el sur de México, cuando el tren de pasajeros Interoceánico descarriló en la localidad de Nizanda, en el estado de Oaxaca. El saldo de este lamentable suceso es de 13 personas fallecidas y casi 100 heridas, algunas de ellas de gravedad.
Según informó la Secretaría de Marina mexicana, el accidente ocurrió cuando la locomotora principal del tren se salió de los rieles. En total, el convoy transportaba a 250 personas, incluida una tripulación de 9 individuos. Afortunadamente, las 139 personas restantes a bordo del tren se encuentran fuera de peligro.
El tren siniestrado formaba parte de la línea que une el istmo de Tehuantepec, la zona más angosta de México entre los océanos Pacífico y Atlántico. La presidenta del país, Claudia Sheinbaum, ha ordenado a las autoridades correspondientes que se trasladen al lugar del accidente y atiendan personalmente a las familias de las víctimas.
Las causas del descarrilamiento aún se están investigando, pero la Secretaría de Marina ha afirmado que continuará colaborando con las autoridades competentes para esclarecer los hechos. Este trágico suceso ha conmocionado a la población mexicana y ha puesto en evidencia la necesidad de reforzar la seguridad en el transporte ferroviario del país.
Las autoridades han desplegado un amplio dispositivo de búsqueda y asistencia, y se han comprometido a brindar todo el apoyo necesario a las familias afectadas. Este accidente ferroviario se suma a la larga lista de tragedias que han ocurrido en el sistema de transporte de México, lo que plantea la urgente necesidad de mejorar la infraestructura y los protocolos de seguridad en este vital sector.
