El pasado domingo, un trágico accidente ferroviario sacudió el sur de México, cuando el tren Transístmico, parte del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), descarriló en la comunidad zapoteca de Nizanda, en el estado de Oaxaca. El saldo del incidente es devastador: al menos 13 personas fallecieron y 98 resultaron lesionadas, 36 de ellas hospitalizadas y cinco en estado grave.
La Secretaría de Marina (Semar) de México informó que, inicialmente, se habían contabilizado 20 personas heridas, pero el número aumentó a medida que avanzaban las labores de búsqueda y rescate. En total, 139 personas lograron salir ilesas del accidente.
Las autoridades mexicanas, encabezadas por la titular de la Fiscalía General de la República (FGR), Ernestina Godoy, iniciaron una investigación para determinar las causas del descarrilamiento. Los agentes de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) se coordinan con las autoridades federales y estatales para llevar a cabo las indagatorias respectivas.
Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, expresó sus condolencias a las familias de las víctimas y dio instrucciones al secretario de Marina y al subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación para que se trasladen al lugar y atiendan personalmente a los afectados.
El CIIT, inaugurado en 2023, es una nueva vía de comunicación interoceánica que busca impulsar el comercio internacional al unir Asia con la costa este de Estados Unidos y Europa a través de este paso, el punto más estrecho de México que conecta el Pacífico con el Atlántico. Este accidente, sin duda, supone un duro golpe para el desarrollo de este ambicioso proyecto.
Las autoridades han reiterado su compromiso de atender el caso con la máxima responsabilidad, transparencia y apego a la ley, brindando apoyo inmediato a los afectados. La investigación sobre las causas del descarrilamiento y las posibles responsabilidades será fundamental para evitar que este tipo de tragedias vuelvan a ocurrir en el futuro.
