El presidente electo de Chile, José Antonio Kast, deberá enfrentar un importante dilema en los primeros meses de su gobierno: la candidatura de la expresidenta Michelle Bachelet a la Secretaría General de las Naciones Unidas.
Apenas conocidos los resultados electorales, Bachelet inició las gestiones para obtener el apoyo del nuevo mandatario a su postulación. Sin embargo, existen dudas legítimas sobre la viabilidad de su candidatura, ya que la única forma de proyectarla sería que su eventual equipo en la ONU integrara al nuevo oficialismo chileno.
La pregunta es si Bachelet estaría dispuesta a hacer esa concesión, pero incluso si lo hiciera, probablemente sería insuficiente de cara a la ciudadanía. En el nuevo ciclo político, la expresidenta no ha sido una figura que represente la unidad nacional o la concordia internacional.
En Chile, su apoyo a la propuesta de la Convención Constitucional, así como a la candidatura del Partido Comunista, son indicios de que Bachelet se ha alineado con sectores que el presidente electo Kast ha criticado abiertamente. Y en el plano internacional, la exmandataria decidió integrarse a la campaña contra la denominada "ultraderecha", dentro de la cual incluía hasta hace poco al propio Kast.
Ante este escenario, surge la pregunta de por qué el nuevo jefe de Estado debería apoyar un liderazgo tan controvertido en diferentes frentes. El dilema de Kast será cómo navegar esta situación sin generar mayores fracturas en un país que requiere unidad y entendimiento para enfrentar los desafíos que se avecinan.












