La primera fase de las elecciones legislativas organizadas por la junta militar en Birmania finalizó este domingo, casi cinco años después del golpe de Estado que sumió al país en una guerra civil. Tanto la ONU como numerosos países han criticado el proceso electoral, que consideran un intento de la junta de legitimar el régimen militar birmano.
La junta disolvió el partido popular de Aung San Suu Kyi, cuya líder se encuentra en prisión cumpliendo una sentencia de 27 años. La oposición y grupos de derechos humanos han denunciado que los comicios no son libres ni justos, ya que se desarrollan en medio de una guerra civil y con la ausencia de los principales partidos políticos.
A pesar de las críticas, el jefe de la junta militar, Min Aung Hlaing, afirmó que las elecciones son "libres y justas", y aseguró que fueron organizadas por los propios militares para evitar que su reputación se vea empañada. Sin embargo, la realidad es que en los territorios controlados por la junta, la población vive en medio de la guerra y el terror, y muchos han huido de sus hogares para escapar de los ataques aéreos.
En la elección anterior, en 2020, los votantes formaron largas filas frente a los centros electorales, pero los comicios fueron anulados por los militares cuando tomaron el poder. En esta ocasión, la participación ha sido mucho más baja, con más periodistas y trabajadores electorales que votantes en algunos centros de sufragio.
La comunidad internacional ha condenado enérgicamente este proceso electoral, calificándolo como un intento de la junta militar por legitimar su régimen y perpetuarse en el poder. Mientras tanto, Birmania sigue sumida en una profunda crisis política y humanitaria, con una población que vive entre la vida y la muerte, huyendo de los ataques de las fuerzas armadas.
