El aeropuerto José Joaquín de Olmedo, en Guayaquil, fue testigo de emotivos reencuentros en estas fiestas navideñas. Decenas de ecuatorianos que residen en el extranjero regresaron a su país para reencontrarse con sus familias y celebrar el fin de año juntos.
Uno de los casos más conmovedores fue el de Rodelmo Manchai, oriundo de Macará, quien llegó desde España, país en el que reside desde hace más de dos décadas. Al pisar suelo ecuatoriano, Rodelmo no pudo contener la emoción: "Me siento orgulloso de venir a mi país, a este Ecuador tan hermoso", dijo con la voz quebrada.
Rodelmo explicó que si bien la migración no fue una decisión fácil, fue necesaria para buscar una mejor vida. "Uno se va para conseguir metas, porque aquí el trabajo es complicado", relató. Sin embargo, aseguró que la distancia nunca logró arrancarle el vínculo con su tierra: "La vida nos ha ausentado mucho, pero yo a mi Ecuador no lo puedo dejar jamás".
Otra de las historias fue la de Mariana Chaunai, quien se reencontró con su hija Aida, a quien no veía desde hace más de tres años. La joven llegó desde Valencia, España, y el abrazo entre madre e hija fue largo y emocionado. "Es muy emocionante, era lo que le pedí a Dios: volvernos a encontrar", dijo Mariana.
Más tarde, Mercedes Perlaza cruzó la zona de arribos tras llegar desde Italia, donde vive hace varios años. Fue recibida por sus sobrinas, quienes la aguardaban con evidente emoción. "Los extrañaba bastante", declaró Mercedes, confirmando que el fin de año lo pasará junto con su familia.
En total, el aeropuerto de Guayaquil fue testigo de escenas similares: migrantes que regresan cargando historias de esfuerzo y nostalgia, y familias que, por unos días, vuelven a estar completas. La mayoría coincide en lo mismo: no importa cuán lejos se haya ido, volver a casa para cerrar el año sigue siendo el reencuentro más esperado.
