El 2025 estuvo marcado por una ola de protestas, movilizaciones y resistencias sociales en diversos países de América Latina, en respuesta al avance de políticas derechistas, represión y retrocesos sociales impulsados por varios gobiernos de la región.
Desde Ecuador hasta Argentina, los movimientos sociales se alzaron como plataformas para denunciar planes de injerencia extranjera, políticas de desinversión y ajustes neoliberales, extractivismo y autoritarismo político. Aunque muchas de estas protestas no lograron detener de inmediato las pretensiones de los gobiernos, sí dejaron importantes victorias políticas y sentaron las bases para futuras luchas.
En Ecuador, el conflicto social más acentuado se desató en septiembre, cuando el presidente derechista Daniel Noboa eliminó el subsidio a los combustibles, generando una ola de protestas descentralizadas a lo largo del país, lideradas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie). Tras semanas de intensas movilizaciones y represión, que dejaron 3 muertos y más de 290 heridos, la Conaie llamó a un repliegue táctico, aunque otras organizaciones indígenas continuaron las protestas.
Analistas señalan que el impacto de esta medida impopular se reflejó en la derrota del gobierno en la Consulta Popular realizada el 16 de noviembre. En Panamá, por su parte, el 2025 estuvo marcado por la mayor ola de protestas sociales en tres décadas, con manifestaciones que exigían el cierre de la mina Cobre Panamá, rechazaban un pacto con Estados Unidos y demandaban soluciones a problemas sociales y ambientales.
En Argentina, el gobierno de Javier Milei también enfrentó una serie de protestas de pensionados, estudiantes, sindicatos y movimientos sociales en rechazo a las políticas de desinversión social y desestructuración estatal. El punto álgido llegó en diciembre, cuando la Confederación General del Trabajo convocó a una masiva movilización en la Plaza de Mayo contra la reforma laboral impulsada por el gobierno.
Además, la voz de los pueblos indígenas de la región se hizo sentir durante la COP30 en Brasil, donde representantes de estas comunidades irrumpieron en la Zona Azul de la cumbre para exigir ser escuchados y la cancelación de proyectos que afectan sus territorios.
Analistas coinciden en que el 2026 presenta un mapa geopolítico regional marcado por el ascenso de nuevos bastiones de la derecha tradicional y la ultraderecha, lo que augura que la rebeldía de los pueblos seguirá manifestándose con mayor fuerza e intensidad en los próximos meses.











