El panorama económico global para el año 2026 se perfila como un escenario complejo y desafiante, según advierten expertos. Diversos factores, como la fragilidad financiera, políticas desacertadas, un ciclo electoral tenso y tensiones geopolíticas, podrían desencadenar una situación de estanflación a nivel mundial.
Un foco crítico se encuentra en el mercado de deuda, donde el alto déficit fiscal de Estados Unidos, los mayores pagos por intereses y la necesidad de financiar inversiones en inteligencia artificial, podrían generar un estado de vigilancia permanente de los bonos. Un alza brusca de los rendimientos podría desordenar el sistema financiero y frenar la actividad económica, tanto dentro como fuera del país norteamericano.
Esta vulnerabilidad se intensifica ante posibles fallos fiscales o monetarios, cuando el margen de acción de las autoridades es reducido. Además, la proximidad de las elecciones en Estados Unidos amplifica el riesgo y afectaría a una economía global que depende en gran medida del impulso estadounidense.
A esto se suman las tensiones geopolíticas, como los conflictos comerciales, el uso estratégico de las cadenas de suministro y los choques directos, lo que aumenta aún más las probabilidades de una amenaza de estanflación.
Ante este panorama, los expertos advierten que será necesario un esfuerzo, ingenio y estrategia en todos los sentidos para hacer frente a los desafíos que se avecinan. La coordinación de políticas a nivel global, la implementación de medidas prudentes y la capacidad de adaptación serán cruciales para navegar a través de este entorno económico adverso.












