México se ha convertido en el sobreviviente más ágil de la tormenta arancelaria de Donald Trump. Su cercanía con Estados Unidos, una industria manufacturera competitiva y un T-MEC aún vigente, pero desgastado, permiten que el país navegue con viento a favor en medio de un panorama internacional complicado.
A pesar de los aranceles a automóviles, acero y aluminio, las exportaciones manufactureras mexicanas hacia Estados Unidos crecieron casi 9% entre enero y noviembre de 2025, comparadas con el mismo periodo del año anterior. Y aunque el sector automotriz se tambaleó con una caída del 6%, otros bienes manufacturados despegaron como cohetes, con un aumento del 17%.
El diario estadounidense Wall Street Journal estima que el comercio bilateral entre México y Estados Unidos incluso podría acercarse a los 900 mil millones de dólares este año. Esto convierte a México en "el corredor más ligero" en la maratón comercial hacia Estados Unidos, captando 25% de la reducción del déficit comercial estadounidense con China.
La integración industrial y la cercanía geográfica también hacen que México sea más competitivo que otros socios comerciales. La fuerte demanda por infraestructura tecnológica en Estados Unidos ha impulsado sectores como procesamiento de datos e inteligencia artificial, con empresas que multiplican su capacidad y empleo.
Con aranceles más bajos que la mayoría de sus competidores y una base manufacturera sólida, México sigue siendo un destino atractivo para inversionistas que buscan estabilidad en un comercio global incierto. Analistas prevén que México y Canadá mantendrán ventajas competitivas hasta la próxima revisión del T-MEC en 2026, consolidando a México como el ganador inesperado de la guerra comercial de Trump.
"El nivel de integración es tal que el costo de eliminar el T-MEC sería monumental", afirmó Luis de la Calle, quien formó parte del equipo mexicano que negoció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte hace más de tres décadas.








